DESPUÉS DE LA URSS , RUSIA (y 2)
Antonio Gude
La actuación española
España ganó cinco encuentros (Malasia, Japón, Marruecos, Filipinas B y Kirguizistán), empató tres (Bosnia-Herzegovina, Chile y Portugal) y perdió seis (Letonia, Suiza, Alemania, Grecia, Australia y Canadá). Sumó 29,5 puntos y se clasificó en 41ª posición (en Novi Sad se había clasificado 31ª, con 31 puntos). De estos matches podemos considerar buenos resultados la victoria sobre Kirguizistán y el empate con Bosnia, mientras que las derrotas ante Australia y Canadá hay que calificarlas de lamentables, lo mismo que las muy abultadas ante Letonia y Suiza. El empate ante Portugal en última ronda, sin los dos primeros tableros titulares lusitanos, tampoco fue precisamente un éxito.
España salía en el lugar 29 del ranking inicial (promedio 2485), en un pañuelo con las selecciones de Suiza, Argentina, Rumanía, Moldavia, Grecia y Francia, por delante, y Perú (2484) y Polonia (2480) por detrás. Su puesto final habla a las claras de una actuación que hay que calificar de francamente mala. Fue excelente la actuación de Orestes Rodríguez (+4 =5) y buena la de Fernández (+3 =2 -2) aunque éste jugó pocas partidas. Rivas dejó escapar buenas oportunidades, mientras que Bellón y Gómez (con un 50% de la puntuación) tampoco estuvieron bien, habida cuenta del nivel de sus adversarios. Romero no estuvo a la altura de un segundo tablero digno, aunque no eludió la confrontación en los encuentros más difíciles.
No es fácil buscar razones para explicar el fracaso de la selección española. Por un lado, está el tema Illescas y Magem, aunque no parece que hubieran podido aportar demasiado. Sí es fácil aportar excusas, pues para algo somos maestros en el arte de la autojustificación. Así, por ejemplo, concentraciones (luego resulta que nadie quiere analizar conjuntamente: privilegios del genio), confrontaciones de alto nivel (¿qué pasa con el match-torneo de Logroño, contra la selección de ex soviéticos?); dinero (¿quién ha ganado más que los españoles en Manila?) y, por último, el capitán. El capitán. Parece ser que no hay capitán bueno para el equipo español. Todos son incompetentes o inadecuados. Lo fue Georgadze. Lo fue Sánchez Guirado, lo fueron quienes les precedieron y lo fue, cómo no, Vladimirov. Resultan curiosos los comentarios de Alfonso Romero en un diario deportivo: «El capitán elegido, Vladimirov, no había mantenido ningún contacto previo con los jugadores antes de esa cita tan importante (fallo federativo); no sirve como capitán, porque es frío y poco comunicativo y no nos transmitía ni el interés ni la emoción deseables.» Un convincente perfil psicológico, aunque no se mencionan las cualidades de Vladimirov, como su alta competencia técnica, su gran nivel analítico y el no ser sospechoso de estar compinchado con ninguna de las camarillas del ajedrez español. A quienes creemos que el ajedrez sigue jugándose dentro del tablero, nos gustaría que Romero fuera igual de convincente en sus jugadas que a la hora de evaluar a su capitán, y que se aplicase el mismo grado de rigor crítico.
En resumen, una nueva oportunidad fallida. No podemos consolarnos «esperando» que la próxima vez lo hagamos mejor, porque la impresión general es que la enorme actividad ajedrecística que reina en nuestro país no va pareja con el nivel de representación internacional. Culpas y chivos expiatorios podrán encontrarse por docenas, pero la realidad es ésa. Sentido crítico, preparación, profesionalidad son las únicas armas posibles para afrontar con garantías el futuro. Pero esto, claro está, sería revolucionario en el ajedrez español.
Los ausentes
No acudieron a la cita asiática Karpov, Yusupov, Salov, Yudasin, Epishin, Dautov o Andrei Sokolov, por parte rusa. Tampoco lo hicieron Dorfman, que podría haber jugado por Francia o Ucrania, ni Polugaievsky, que sigue estando entre los mejores (13º del mundo en la actualidad). Otras grandes ausencias se hicieron notar. Choca, por ejemplo, el hecho de que falten del equipo alemán los grandes maestros orientales. ¿Qué ha pasado, por ejemplo, con Uhlmann, Knaak o Bönsch? ¿Subsiste, acaso, la desintegración?
Tampoco acudió el potente equipo cubano (Nogueiras, Arencibia, A. Rodríguez, Vera, etc.): problemas personales y económicos lo impidieron.
Se especuló (y se anunció) en un momento dado con que Alexander Chernin jugaría como primer tablero de Hungría, pero al final no consiguió el permiso, no se sabe de quién. A propósito, ¿por qué en unos casos las nacionalizaciones y permisos son tan fulgurantes (casos de Kamsky o Yermolinsky) y en otros tan lentos y dificultosos? ¿No serán éstas las secuelas de una sociedad que involuciona y hace de sus contradicciones la piedra de toque cotidiana?
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Anonymous 11:53, septiembre 03, 2013
qué opináis de David Antón? Creéis que puede estar preparado para un evento de ese nivel?
Antonio Gude 11:33, junio 10, 2012
Grcias por la información, Korneev sin duda puede ser un buen puntal. También me alegro por Anna Matnadze, gran jugadora.
Anonymous 00:17, junio 10, 2012
La feda consiguió recientemente el trasfer de Oleg Korneev y de la jugadora Anna Matnadze.
Del equipo español, Vallejo y Salgado son fijos, Illescas si él quiere irá, Korneev ya dijo en entrevistas que quería jugar con España y parece que le han abierto las puertas. La duda sería entre Arizmendi y Pérez Candelario.
Los Rankigs de mayo: http://www.ajedrezenmadrid.com/
Antonio Gude 21:33, junio 09, 2012
No sabía que Korneev estuviese nacionalizado. Doy por buenos los tres primeros, pero Arizmendi me ofrece dudas. Sin duda es muy fuerte, pero tiene competidores.
Anonymous 20:50, junio 08, 2012
Interesante artículo.
¿Qué equipo llevará España a las próximas Olimpiadas de Estambul?.
Pueden ser:
Vallejo, Salgado, Illescas, Arizmendi y Oleg Korneev.