Jaque nº 474, pp. 58-59
(Lolita ante el tablero. Divertimento inspirado por un personaje de Vladimir Nabokov.)
Hace poco, exactamente el 15 de agosto del año pasado, se cumplió medio siglo del primer encuentro de Humbert Humbert con la ninfa precoz. Una vez atrás su peripecia erótica con H. H., Lolita siguió adelante con su vida, sin ningún tipo de traumas ni lastres de conciencia. Quienes la conocieron, años después, la recuerdan feliz, festiva y bronceada por el sol de California. Estudió (estudió mucho) en Berkeley, antes de los hippies, de Marcuse y de la poesía beat, y con el tiempo llegó a graduarse en Sexología, una ciencia en la que, según afirman las lenguas de hacha, llegaría a no tener rival (ni siquiera, de lejos, nuestra simpar doctora Ochoa). Sus estudios se enriquecieron con másters y los másters con aventuras de ruta (un cantante country, un profesor, un poeta) y hasta alguna que otra locura ocasional, como una pasión turca de cuatro días con un espalda mojada. Nunca se casaría.
Pero la doctora Lo (Dolores, Lola, Lolita) tenía una pasión secreta: el ajedrez. El ajedrez le gustaba con locura, y no porque (como creían algunos de sus amigos de entonces) estuviese cargado de simbología freudiana (a la Dra. Lo eso le traía al fresco). Lo más freudiano con que se había encontrado en ajedrez había sido el sueño de un amigo suyo, en el que (le contó él) su falo era un alfil o un alfil su inequívoco falo. (Su amigo, por cierto, acabaría componiendo problemas de ajedrez, terreno en el que hasta llegaría a conquistar cierta fama.)
La toma de decisiones y la lucha cuerpo a cuerpo del ajedrez le fascinaba. Se inscribió en un club, estudió aperturas, las partidas (chovinismos al margen) de Reshevsky, Fine y Fischer, jugó y jugó y se sintió preparada para abordar el Open USA, el de Filadelfia, y el Abierto de Nueva York En todos lo hizo bien. En pocos años se situó al nivel de las mejores, riñendo la supremacía a brazo partido con Lisa Lane (no confundir con Lois Lane, la novia ¿platónica? de Superman). Que el lector juzgue de su destreza de entonces por los remates que siguen. El primero corresponde, precisamente, a una partida con Lisa Lane, la ex niña prodigio del tablero (Lolita lo había sido en otro campo.)
Lisa Lane-Dra. Lo
Menfis (EEUU) 1954 (1)
Juegan negras, que poco antes han entregado pieza para desmantelar el enroque enemigo. La óptima posición de las cuatro piezas negras, sumada al hecho de que la del rey blanco se sostiene con alfileres (el caballo es la única protección contra los mates en h2 y f2), hacen que el juego haya llegado al momento de máxima tensión. La Dra. Lo no se anda con contemplaciones y juega:
1 … Th4!
A lo que siguió:
2 dxe6+ Re7 3 Dc1!
Esta tentativa de contraataque crea algunos problemas a las negras, ya que no valen ni 3 … Dxg4, ni 3 … Txg4, por 4 Dxc5+, ni tampoco 3 … Cc2, por 4 Te4. Pero la Dra. Lo tenía todo previsto.
3 … Tf5!
Optimizando el juego de la otra torre, sin caer en concesiones.
4 Te4
La posición ha llegado a su momento crítico. Las blancas tienen peón de ventaja, además del alfil enemigo atacado, y si éste se cambia pueden neutralizar la presión sobre c3 aprovechando la posición dominante de su dama. Sin embargo, las negras han llegado antes a las inmediaciones del rey blanco, como demostrará la Dra. Lo.
28 … bxc3! 29 gxf6 Db8!
Aquí era más sencillo 29 … cxb2+ 30 Rb1 Tc1+, y las negras ganan. 29 … Db8 es superior s 29 … Db7, porque las negras se reservan eventuales penetraciones por la diagonal c1-f4 y, además, desclava a la dama.
30 b3
Si 30 Db3 Tb6 31 Da3
30 … Db4!
Una penetración magistral. Ahora se pone de relieve la fuerza de los peones de c3 y e4, siendo fundamental el control de la casilla de.
31 Rc2
31 Dxc6?? Da3+ 32 Rc2(b1) Db2++.
31 … Da3! 32 Dxe4 Te6! 33 Dg4 Dxa2+ 34 Rxc3
Era un poco mejor 34 Rd3, pero con 34 … Tg8 y 35 … c2, las negras ganarían.
34 … Tc8+ 35 Rd4 Dxf2+ 36 Rd3 Dc2+
Y las blancas se rindieron. A 37 Rd4 sigue 37 … Td8+ y mate.
Vinieron tiempos muy duros para la Dra. Lo. Excesivos compromisos profesionales y una cierta melancolía le hicieron abandonar el ajedrez. No mucho después, cayó en la obesidad y, lo que es peor, en una irreductible depresión. Fatalmente, una madrugada de abril se suicidaría, dejando escrito en la mesilla de noche un verso de Lawrence Ferlinghetti que su amigo, el poeta beatnik, le recitaba al oído en los buenos tiempos: «I, too, have drunk and seen the spider» (También yo he bebido y visto a la araña).
(1) Posición real de la partida S. Pedersen-Gude, Dinamarca-España, Cto. de Europa de países, Correspondencia 1985.
(2) Posición real de la partida Gude-F. Rodríguez, Pontevedra 28.4.1979.
(3) Posición real de la partida L. M. García-Gude, Campeonato de España Absoluto, Torrevieja 1979.
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Anónimo 00:34, julio 03, 2023
Me gustó la condesa …
FABIO CASTILLO 23:36, febrero 12, 2017
OTRA MUESTRA, QUE EL AMOR REALIZADO, PRODUCE GENIOS QUE SE RECREAN CADA VEZ … OH., LOLITA …
oscar cuasnicu 22:30, febrero 12, 2017
muy divertido el relato, felicitaciones
A. Gude 09:40, noviembre 20, 2010
De todas las actividades que Lolita haya podido aprender en los campamentos, como tú dices, ninguna más perversa, inter nos, que el ajedrez: la sublimación del ego sin que medie posibilidad de coartada alguna. Ya sabes aquello de que todos los jugadores que pierden están enfermos y los que ganan sanos.
Catulo 20:49, noviembre 19, 2010
Muy sugerente el divertimento. Quién iba a decir que la aventada discípula de Humbert Humbert llegaría tan lejos… Me da a mi, que como en otros temas, la nínfula se estrenó en esto del ajedrez estando de campamentos.