El título no hace referencia al sacrificio de torre por pieza menor, sino a la calidad del jugador que, como veremos, preocupaba a los expertos soviéticos en la década que llamo prodigiosa (años sesenta del siglo pasado).
Este artículo se publicó en ‘Pravda’ el 13.11.1967, poco después de haber concluido el Interzonal de Sousse, que sembró de dudas al ajedrez soviético, por la exhibición de Bobby Fischer, quien se retiró del torneo, liderando el mismo con insultante autoridad (8,5 de 10).
NO SACRIFICAR LA CALIDAD
Alexander Kotov
Los éxitos de los jugadores de ajedrez soviéticos son sobradamente conocidos, pues ostentan la mayoría de los títulos mundiales y, sin embargo, estos últimos tiempos dan motivos de preocupación. Hace doce años, por ejemplo, que no hemos sido capaces de conquistar el título mundial juvenil. En 1967 nuestros mejores grandes maestros han cedido varias veces el primer puesto en los torneos internacionales. ¿Qué sucede? En mi opinión, las principales razones son las siguientes.
Un gran maestro no siempre es un gran maestro
En otros tiempos, el título de GM sólo se concedía al jugador que, al menos por una vez, hubiese ganado un importante torneo internacional. Repito: sólo el primer puesto. A comienzos de los cincuenta, había en la URSS poco más de una decena de grandes maestros, pero la situación no era del agrado de la FIDE que deseaba que jugadores de otros países poseyeran el título. Entonces se decidió que no era imprescindible el primer puesto en un torneo internacional, sino que bastaba con obtener el 55% de la puntuación. Poco importaba que eso significase un sexto puesto o que la calidad del juego fuese mediocre. ¡Sólo contaban los puntos!
Entonces empezaron a florecer grandes maestros como las acacias. Desgraciadamente, nosotros hemos tenido que seguir también la corriente. Ahora tenemos 31 grandes maestros. Que mis colegas no se ofendan, pero de los 11 que han recibido últimamente el título ni uno solo puede considerarse serio aspirante al trono mundial. Y necesitamos, más que nunca, preparar en los años venideros un firme candidato al máximo título. Obsesionados con la cantidad, nos hemos olvidado de la calidad…
La reducción de las exigencias se ha hecho sentir en nuestra elite. Al no sentirse amenazadospor quienes les siguen, algunos eminentes grandes maestros no trabajan como sería deseable.Un ejemplo palmario lo tenemos en los resultados del Torneo Interzonal de Túnez.
La gran equivocación del sistema de distribución de títulos por puntuación consiste en que no requiere resultados excepcionales, ni desde el punto de vista deportivo, ni creativo.
Lo principal: la actitud creativa
Antes, para luchar por el primer puesto, era preciso ganar muchas partidas y lanzarse a una lucha abierta sin compromiso. Ahora, mediante la acumulación de tablas y tablas, y logrando algunos puntos enteros contra los rivales más débiles ¡te conviertes en todo un héroe! El estilo de los jóvenes ha cambiado. Han llegado a la conclusión de que jugar prudentemente es lo adecuado, y de que no es razonable jugar audazmente, arriesgando.
Esa actitud hace que no sigamos ya los gloriosos principios de lucha de nuestra escuela nacional, encabezada por Chigorin, Alekhine y Botvinnik. Es triste contemplar que en los torneos actuales más de la mitad de las partidas finalizan en tablas cortas y esto –¡oh, ironía!– en torneos organizados en memoria de Chigorin o Alekhine.
Botvinnik, Petrosian y nuestros mejores jugadores han tenido que clasificarse en fases preliminares y obtener resultados excelentes en campeonatos de la URSS para poder participar en torneos internacionales. Los jóvenes maestros no necesitan hacer cálculos: no desean jugar en el Campeonato de la URSS, puesto que les resulta muy difícil luchar en él, sino que buscan la invitación a torneos internacionales, en los que es mucho más fácil conseguir las normas, de ahí el descenso de la calidad.
Mientras tanto, los mejores jugadores extranjeros, que estudian minuciosamente las partidas de nuestros clásicos, adoptan decididamente el estilo Chigorin/Alekhine. Robert Fischer y Bent Larsen, por ejemplo, consiguen grandes triunfos porque poseen enormes conocimientos teóricos, junto con un juego agudo y creativo. A Portisch se le conoce como el Botvinnik húngaro. Podríamos preguntarnos dónde están los nuevos Botvinnik soviéticos.
El Campeonato, la mejor escuela
En nuestros torneos internacionales no tenemos la mejor participación extranjera. Fischer nunca ha jugado en la URSS. Larsen una sola vez. Nuestros jóvenes no pueden verlos, ni enfrentarse a ellos. En todo este tiempo, nuestros mejores grandes maestros «entrenan» a los jóvenes jugadores occidentales, enfentándose a ellos en el extranjero.
A veces enviamos a torneos internacionales a jóvenes de 15 años, mientras que tenemos el Campeonato de la URSS, que es la prueba competitiva más dura del mundo. Una verdadera escuela en la que hay que luchar en cada partida. Si no orientamos los jóvenes, induciéndolos a participar en el Campeonato, no encontraremos en mucho tiempo un relevo digno para los Tal y Spassky, que ya han superado la treintena.
Algunos citan orgullosamente el nombre de jóvenes maestros menores de 20 años. Pero ¿dónde juegan? Algunos ni se clasifican para la Final del Campeonato, mientras que Mecking, a los 15 años, lucha con éxito en Túnez. Hay que plantearse seriamente renunciar a la cantidad en beneficio de la calidad. Más vale pájaro en mano que ciento volando. Diez maestros de nivel medio no equivalen a un gran maestro capaz de éxitos mundiales.
¿Qué debemos hacer?
Antes que nada, hay que abandonar el sistema puramente aritmético para la atribución de títulos. ¿Por qué, por ejemplo, no dar un premio especial anual a un joven maestro que haya plasmado los mejores resultados creativos? Para la concesión de títulos de maestro internacional y gran maestro es preciso que una comisión competente examine y evalúe la calidad de las partidas de los candidatos. Hay que pedir a la FIDE que vuelva al sistema antiguo, es decir, conceder el título de GM sólo a los jugadores que hayan logrado ganar un torneo internacional importante.
Debemos mejorar seriamente el sistema de preparación de nuestros jóvenes jugadores. Creo que debemos organizar la enseñanza técnica de los jóvenes hasta el nivel de candidato a maestro, o incluso de maestro. A partir de ahí, los jóvenes deben proseguir el trabajo por su cuenta, pero bajo la dirección y asistencia de los jugadores más fuertes del país. El primer deber de nuestros grandes maestros estriba en preparar el relevo generacional.
La Federación de la URSS (de la que el suscrito forma parte) ha descuidado, en los últimos tiempos, la preparación de auténticos luchadores, que puedan asegurar el relevo de nuestros ases, en beneficio de la persecución el título mundial, entre otros objetivos. No resolvemos bien las cuestiones de entrenamiento sistemático ni inculcamos debidamente la voluntad de lucha en los mejores grandes maestros. El Comité de Deportes debe velar con mayor atención por las necesidades del ajedrez. Ciertos dirigentes tienen, desgraciadamente, el funesto prejuicio de que nuestros jugadores ganan en todas partes y en todas las condiciones. Pero la realidad ha demostrado que no es así.
A pesar de nuestra sólida organización ajedrecística, existen insuficiencias aunque, por el momento, no demasiado visibles. Nuestro problema es saber liquidarlas a tiempo.
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El GM Kotov, jugador destacado en su tiempo, de estilo enérgico y creativo, autor de algunos excelentes libros técnicos (Piense como un gran maestro, Juegue como un gran maestro, etc.), también ha hecho gala de excesivo sectarismo (La Escuela Soviética de Ajedrez, escrito en colaboración con Yudovich) y una defensa a ultranza del ajedrez soviético, algo que puede ser muy noble, pero que rezuma maniqueísmo y, cuando habla, de luchar intensamente en cada partida y propugna que se siga la escuela Chigorin/Alekhine, parece estar desfasado y no seguir los acontecimientos del ajedrez. Así que disto de suscribir el contenido de este, por otra parte, interesante documento.
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Antonio Gude 18:37, agosto 04, 2011
Gracias, Jairo. ‘20.000 leguas de viaje submarino’ empiezan con un paso y terminan en la bahía de Vigo. Yo empecé en Vigo, con un paso, y terminé a 20.000 leguas de ninguna parte… Saludos.
Anonymous 15:35, agosto 04, 2011
Saludos,Antonio:¡me tenía preocupado tu larga ausencia! Para mí, lo mas importante es la «Actitud», porque en ella subyace la llamada «calidad» de Kotov:Quien desee emular a Anand, Carlsen, Fischer,Alekhine, etc.,sabe que la única forma de lograrlo es mediante una seria preparación y una permanente «Actitud» para ser el primero. Todos los ajedrecistas deben entender que «Un viaje de 20.000 leguas comienza con un paso»
Jairo