Este poemario parece ser el tercero del autor, tras Levantas los párpados y amanece (2012) y Piel disidente (2015), quien nos lo resume así: “Suzanne es el libro de mi vida, de mis vivencias y lecturas fundidas en igualdad para dar el ser que soy. Y espero, lector, mon frère, que también sea el libro de la tuya, pues “Suzanne con el espejo en su mano es el poema”.
No pretendo escribir una reseña de este hermoso poemario. La poesía me desborda, deslumbra y anula mi sentido crítico. Escucho la voz del poeta, degusto su sonido y sus imágenes en la medida en que un gourmet de barrio puede, no obstante, ser un desamparado admirador de la belleza.
Las páginas de Suzanne están impregnadas de presencias de dioses de la poiesis: Pound sobre todo, Eliot, Pessoa, enormes padres espirituales, cuya sombra es más luminosa que la propia luz. También (o a mí me lo parece, una temática que, en el plano de su combinatoria estética, me lleva hasta Pere Gimferrer). Lo cual no resta un ápice a la originalidad y personalísima visión del poeta. Hay, asimismo, un importante flujo de referencias culturales o sociológicas e inspiradas pinceladas surrealistas, que dan fe de su trasiego existencial y cultural. Las rupturas sintácticas nos remiten, por otro lado, al monólogo interior joyceano, figura que, en realidad, fue invención literaria de Édouard Dujardin (en Lauriers sont coupés), como reconoció el propio Joyce.
Fragmentar un poema es un pecado, una mutilación imperdonable. Pero yo lo hago, no por irreverente, sino por respeto en grado extremo, ya que la estética del autor en este librito (librito por su extensión, que no por su calidad, excelsa) esgrime formas vanguardistas cuya transcripción no es posible en las redes sociales.
Cumpliré, pues, con mi papel de abogado del diablo para mostrarles algunos alardes del quehacer poético, que un fuerte viento del Norte, matizado de muchas y variadas brisas marinas, ha arrastrado hasta nosotros:
y celebremos que la verdad está al alcance de los hombres
pues
cuando algo no significa nada tampoco puede ser mentira
(…)
en un jardín de la Toscana Sting lee a Eliot en un tiovivo dadaísta
con creaciones de Prajapti o de Bollywood ya no distingo
y todos recitamos con él un mantra en sánscrito
y todos bailamos pop británico con un cubata
(DA DA DA)
el hálito haz que quede
cual queda el blanco cisne cuando pierde
la inocencia y los tendones la dulce vida
entre la hierba verde del campus complutense y es por eso
que peregriné exhausto
hasta tu centro labios de gominola cítrica
hasta tu centro Roslyn en Nevada
tu dulce reducto dúctil iremos
a cazar cimarrones
en un mundo de aguerridos que ya no existe
moriremos con él Clark Gable tres días después
de la última claqueta fue demasiado
para un corazón batido por vendavales Marilyn
creyó huir Something’s go to Give tener
algo que dar
y fue la vida
Y SABES QUE ESTÁ MEDIO LOCA Y POR ESO QUIERES ESTAR AHÍ
La nostalgia de lo hallado y lo perdido, de los momentos fugaces y su esplendor en la yerba, las felices e inesperadas conexiones y cómo se entreveran una visión y el esmerilado del taller poético, dando lugar a la creación, a la obra final. Todo eso lo ha volcado el poeta de forma que no puede pasar desapercibido.
Una cita de Eliot que antecede al último poema nos revela cómo las palabras desnudan y visten nuestro espíritu: “Every phrase and every sentence is an end and a beginning. Every poem is an epitaph.”
He leído y releído estos poemas y me han producido una impresión de arte inspirado y, sobre todo, me han dejado una grata sensación de felicidad, que agradezco a José Luis Torrego y por eso le digo: ¡en buena hora!
Título: Suzanne
Autor: José Luis Torrego
Editorial: Amargord Ediciones (2017)
ISBN: 978-84-16762-81-1
Nº Páginas: 96
Dimensiones: 14 x 21 cm.
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