Autómatas
(Diccionario de Ajedrez, A. Gude, Ediciones Tutor, 2005)
La de los autómatas de ajedrez es una historia divertida, aunque a veces rocambolesca y un tanto dramática. Para empezar, el único verdadero autómata –de ahí la cursiva anterior– parece haber sido el inventado por Leonardo Torres Quevedo (ya saben: aquella maquinita que ejecutaba el mate de rey+torre contra rey).
Calificarlas de criaturas artificiales puede no ser inapropiado, pues aunque poco tenían de inteligencia artificial, tal cual hoy se la concibe (informática, etc.), sí tenían, en cambio, no poco de artificio, como a continuación explicaremos.
El Turco
La primera criatura del género fue El Turco, un singular retablo, diseñado por el barón e ingeniero húngaro Wolfgang von Kempelen, que exhibió a su criatura por toda Europa. Su presentación en sociedad, o primera exhibición, fue en 1769, en la corte vienesa de la emperatriz María Teresa de Habsburgo. La pintoresca marioneta lucía un turbante y coloridos ropajes de seda, y la figura humana estaba sentada tras algunos cajones y complicados mecanismos. Esa exhibición daría paso a muchas otras. En 1783 y 1784, von Kempelen viajó con su invento por muchas ciudades europeas, como Leipzig, Dresde, París y Londres. En 1804, tras el fallecimiento del barón, fue adquirido por un empresario de Baviera, Johann Nepomuk Maelzel. Maelzel era un músico experto y hombre de iniciativa. Había inventado, por ejemplo, el metrónomo para Beethoven, y éste había compuesto piezas musicales para su autómata.
En 1809, Napoleón se enfrentó al Turco en el palacio vienés de Schönbrunn, siendo fácilmente derrotado por la criatura. Se dice que el corso arrojó las piezas al suelo en un arrebato de ira.
Napoleón-El Turco
Viena 1809
1 e4 e5 2 Df3 Cc6 3 Ac4 Cf6 4 Ce2 Ac5 5 a3 d6 6 0-0 Ag4 7 Dd3 Ch5 8 h3 Axe2 9 Dxe2 Cf4 10 De1 Cd4 11 Ab3 Cxh3+ 12 Rh2 Dh4 13 g3 Cf3+ 14 Rg2 Cxe1+ 15 Txe1 Dg4 16 d3 Axf2 17 Th1 Dxg3+ 18 Rf1 Ad4 19 Re2 Dg2+ 20 Rd1 Dxh1+ 21 Rd2 Dg2+ 22 Re1 Cg1 23 Cc3 Axc3+ 24 bxc3 De2++
¡Realmente, Sire, no estuvisteis a la altura!
Durante algunos años fue propiedad del príncipe Eugène de Beauharnais, pero Maelzel volvió a adquirirlo en 1817, recorriendo todo el mundo con su juguete. Así, realizó giras por París y Londres, entre 1818 y 1820, por Holanda (en 1821-1822), y por Estados Unidos, entre 1826 y 1836.
Se cree que manipularon El Turco: Allgaier (en 1809), Boncourt (1818), Lewis (1818-1819), Williams (1819), Mouret (1820) y Schlumberger, a partir de 1826.
Wilhelm Schlumberger (1800-1838) fue el último operador del Turco, al servicio de Maelzel. Asiduo del Café de la Régence, se dice que sólo era inferior a La Bourdonnais y que Saint Amant habría sido alumno suyo. Triste destino el de Schlumberger: prisionero, durante más de doce años, de una marioneta… ¡que él mismo manipulaba!
En 1838 fallecieron Maelzel y Schlumberger. El autómata se exhibió desde entonces en el Museo Chino de Filadelfia, donde fue destruido por un incendio, en 1854.
Edgar Allan Poe demostró, en un famoso artículo de la época, de qué modo podía ocultarse un ser humano en aquel retablo de marionetas. En 1989, por si eso no bastara, el mago norteamericano de renombre internacional, John Gaughan, construyó una réplica exacta y demostró físicamente que Allan Poe tenía razón. Todos los mecanismos, tuercas y palancas no tenían, por supuesto, otro fin que el de contribuir a crear una atmósfera ilusoria.
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(continuará)
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