HISTORIA DEL CAMPEONATO DE LA URSS
V Campeonato. Moscú, 26 setiembre – 25 octubre 1927
En los dos años transcurridos entre el IV y el V campeonatos se produjeron en la URSS importantes acontecimientos ajedrecísticos.
LA FIEBRE DEL AJEDREZ
Esta expresión quedaría asociada, en el imaginario soviético, con el torneo internacional de Moscú 1925, primer espaldarazo de Krylenko al gran ajedrez, con el que pretendía situar a la URSS en el mapa estelar del juego rey.
La expresión respondía a la enorme expectación, por no decir excitación, del público moscovita, ante la presencia de los más destacados maestros occidentales del momento: Capablanca, Lasker, Réti, Tartakower, Rubinstein, Spielmann… Once maestros de primera fila mundial fueron invitados, incluido el campeón norteamericano Frank James Marshall. No así Alekhine, quien, por entonces, despertaba ya serias suspicacias y se le consideraba oficialmente «hostil al régimen soviético.»
Los acontecimientos ajedrecísticos paralelos, durante y después del gran torneo, despertaron quizá mayor expectación aún que la competición en sí, pues los aficionados estaban ansiosos por contemplar de cerca las hazañas de estos gigantes del tablero. Por otro lado, los más fuertes incluso tenían posibilidades de hacerse con un puesto en las numerosas exhibiciones de simultáneas que se celebraron a lo largo del torneo, en las que Réti causó sensación jugando a la ciega. Un grandioso espectáculo para una sociedad que vivía encerrada en sí misma.
La fiebre, la pasión por el ajedrez era patente y quedó plasmada en numerosos productos con motivos ajedrecísticos (camisas, corbatas, carteles, tarjetas postales), además de sellos conmemorativos del evento. A pesar de su elevado costo, las entradas se agotaban en menos de una hora, después de haber sido puestas a la venta. El ajedrez estaba de moda y, durante el torneo, todas las celebridades rusas de la política, la cultura, las artes y las ciencias estaban ávidas por presenciar el choque entre los ajedrecistas nacionales y los occidentales. Nadie quería perderse un acontecimiento de esa magnitud, una cita a la que quien realmente era alguien no podía faltar. No hay que decir que muchos de ellos apenas conocían el movimiento de las piezas, pero el prurito de la notoriedad, por frívolo que sea, no requiere explicación.
Un joven y pronto famoso cineasta, Vsevolod Pudovkin* trató de captar esa atmósfera en un cortometraje mudo del mismo título, en el que, entre otros, tienen sendos cameos Capablanca y Torre, con abundantes planos de las partidas.
La fiebre se extendió hasta Leningrado y cuando el periódico Novaia Vechernaia Gazeta realizó una encuesta entre sus lectores acerca del ganador del torneo, recibió más de 3.000 pronósticos, la mayoría inclinándose a favor de Capablanca y Lasker.
A propósito de pronósticos, Znosko-Borovsky**, otro exiliado en París, destacado maestro y atento observador del ajedrez soviético, había vaticinado que el torneo carecería de interés, «por la gran disparidad de fuerzas», aludiendo, obviamente, a la superioridad de los extranjeros. Pero lo cierto es que todos los jugadores soviéticos ganaron al menos una partida a sus oponentes occidentales, si bien sólo Bogoljubov e Ilyn Genevsky superaron el 50% de la puntuación. El resultado global de las confrontaciones individuales fue: 43-27 y 40 tablas, a favor de los extranjeros.
Capablanca perdió ante Ilyn Genevsky y Verlinsky, y sólo con ellos. El exilio y la guerra civil le habían robado a Ilyn Genevsky sus mejores años de ajedrecista, pero aún era capaz de jugar a alto nivel. Cuando venció a Capablanca, adquirió la aureola de un héroe y los periódicos publicaron enormes fotos suyas. Por su parte, Loevenfish ganó, con mucha autoridad, un final de torres a Lasker.
Bogoljubov descalificó con hechos a Znosko-Borovsky, resultando brillante vencedor, con 13 partidas ganadas, 5 tablas y sólo dos derrotas (ante Capablanca y Réti), aventajando en punto y medio a Lasker, su inmediato seguidor, y en dos puntos a Capablanca.
La primera generación de jugadores soviéticos jamás había participado en un torneo tan fuerte, lo que hace que su resultado global fuese meritorio. Pero eso no podía ocultar, en un riguroso balance deportivo, que aún tenían mucho que aprender y que, en consecuencia, a Krylenko le esperaba una ardua tarea si quería cumplir sus objetivos.
El impacto del torneo sobre el ajedrez soviético fue enorme. además de la repercusión, digamos, intangible que pudo haber tenido sobre la sociedad rusa en general, lo que está claro es que actuó como detonante vocacional en casos notorios de adolescentes, que llegarían a ser destacados maestros. Hablamos, por ejemplo, de Igor Bondarevsky (que entonces sólo tenía 12 años, y cuatro después sería campeón de Rostov), Alexander Chistiakov (11 años), Sergei Belavenets (14 años) o Ilya Kan (16 años), quien declaró posteriormente que jamás se había podido imaginar que, diez años después, participaría en el segundo torneo internacional de Moscú. Y también el famoso Viktor Baturinsky (11 años), que llegaría a ser fiscal del Estado en la era estalinista y que, para bien o para mal, acabaría desempeñando un destacado papel en el ajedrez soviético.
Otro de los signos concretos de ese impacto fueron los torneos masivos que se organizaron al amparo de ese entusiasmo colectivo. Komsomolskaia Pravda***, por ejemplo, puso en marcha al año siguiente una competición para jóvenes, con más de un millar de participantes. Olga Rubtsova, que 25 años más tarde sería la primera campeona mundial soviética, fue la vencedora del torneo femenino. Y en marzo de 1926 tuvo lugar en Tbilisi, la capital de Georgia, un torneo con 500 participantes, que ganó Genrij Kasparian, de quien volveremos a hablar.
(continuará)
*Vsevolod Ilarionovich Pudovkin (1893-1953), autor de obras maestras del cine como ‘La madre’ (1926) y ‘Tempestad sobre Asia’ (1928).
**Evgeni Znosko-Borovsky (1884-1954), destacado maestro, teórico y autor. Ganó el torneo de París 1930. Era, además, un excelente crítico teatral.
***El órgano de la Liga Juvenil Comunista, que había empezado a publicarse en mayo de 1925.
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