ajedrez, octubre 30, 2011

VIDMAR, BLED Y LAS TABLAS

En el número de octubre de la revista inglesa CHESS, su director, John Saunders, hace una parada en el gran torneo de Bled 1961, que conmemoraba el no menos grandioso de treinta años atrás, donde se impusiera Alekhine.
A propósito de aquel supertorneo (¡con veinte grandes jugadores, nada menos!), el articulista recuerda el particular protagonismo que el árbitro principal del torneo, GM Milan Vidmar, había asumido.
En palabras de B. H. Wood, el fundador de la revista, Vidmar propuso, al inicio del torneo, suprimir las partidas aplazadas, con una primera sesión de juego de cinco horas, dos de descanso y reanudación a finis.
Advertidos previamente de las intenciones del árbitro principal, los cuatro jugadores soviéticos habían acudido a Bled sin analistas (habitualmente, toda una tropa). Pero, como no hubo quórum, se siguió la pauta establecida: sesión de cinco horas y, en su caso, aplazamiento.
Otra de las cosas que preocupaba mucho a Vidmar eran las tablas «de salón» o «de grandes maestros» y previno a los participantes de que lucharía contra tales acuerdos. Ya hemos hablado bastante del tema en el blog, pero este es un caso interesante.
Cuando Najdorf y Trifunovic acordaron tablas en once jugadas, Vidmar se sintió obligado a dirigirse al público, pidiéndole su apoyo. Después, señalando a los «culpables», se dirigió a ellos diciéndoles: «No les pido que jueguen a ganar… ¡sólo que jueguen!» Gran ovación para el árbitro principal.
Pero hubo quien le recordó a Vidmar que, en sus tiempos, era uno de los jugadores que hacía más tablas cortas.
Y en cuanto al récord de ofertas de tablas en una misma partida, se dijo que Najdorf se las había propuesto (¡en seis ocasiones!) a Petrosian, en el Torneo de Candidatos de 1953. Un récord que empalidece, si lo comparamos con las ¡quince! que Vidmar realizó en una partida del último Campeonato yugoslavo de preguerra. (Dudo de si fue a Pirc o a Trifunovic).
Ante esos reproches, el árbitro principal encontró una respuesta apropiada: «Todos los santos fueron pecadores en su juventud.»
Por cierto, Tal fue el vencedor en Bled, aunque Fischer logró la hazaña de sumar tres puntos (de 4) contra los rusos.
Hay una bonita, y conocida anécdota de la ceremonia de apertura. Fischer le pidió a Tal que le dejara leer las líneas de su mano. Su dictamen fue: «Por tu mano veo, Misha, que eres un buen jugador de ajedrez, pero que pronto será campeón del mundo un joven gran maestro norteamericano.» Tal se volvió como un rayo hacia Lombardy: «¡Enhorabuena!»
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