CHESS IN THE EIGHTIES (Ajedrez en los ochenta) fue un interesante ensayo de David Bronstein y Georgi Smolyan (un matemático y profesor universitario, según tengo entendido).
En esa obra (lamentablemente, no traducida al castellano) los autores realizaban una interesante reflexión sobre el ajedrez como fenómeno deportivo y cultural, así como sobre los aspectos psicológicos de la lucha competitiva. Con la agudeza y personal visión del mundo del tablero que caracterizaban a Bronstein, junto con el respaldo más sistemático de su compañero, el resultado fue un libro estimulante, que nos transmitía numerosos aspectos originales del juego, y del lugar que el ajedrecista ocupaba en el mundo del tablero. Retrospectivamente, lo único que me parece haber perdido vigencia del libro es su título, pues hoy seguiría siendo válido y podría titularse AJEDREZ EN EL TERCER MILENIO.
He aquí algunos extractos de la edición inglesa (Pergamon/MacMillan, 1983):
«La capacidad de servir a la mejora espiritual del individuo determina la importante significación social del ajedrez y su función educativa. Autodisciplina, pensamiento independiente y sentido de la responsabilidad son, quizá, los rasgos principales que el ajedrez puede aportar a quienes lo practican seriamente. Bent Larsen tiene razón al enfatizar en la feliz combinación de espléndidas cualidades que se dan en nuestro juego: ‘voluntad de vencer, autocontrol, sentido lógico, sentido psicológico, fantasía, capacidad para realizar largos cálculos y capacidad de concentración’. Enmanuel Lasker también lo expresó maravillosamente bien: ‘Cualquiera que desee cultivar en sí mismo el pensamiento independiente en ajedrez debe evitar todo lo que está muerto: teorías manidas, que se basan en algunos ejemplos y que, en realidad, tienen mucho de producto fabricado; el hábito de jugar contra oponentes flojos; el hábito de eludir el peligro; el hábito de imitar a otros de forma acrítica y de repetir, sin la debida reflexión, las variantes y reglas adoptadas por otros jugadores; la vanidad autocomplaciente y la falta de disposición para admitir los errores propios…’ » (página 19).
«En cualquier juego, el hombre, en virtud de la imaginación, y en palabras de Aldous Huxley, ‘es transportado a un mundo de reglas estrictas, creado por él mismo, en el que todo es claro, y susceptible de ser entendido. El espíritu competitivo que se añade al encanto intrínseco del juego, lo hace todavía más fascinante, mientras que la sed de victoria y el veneno de la vanidad conceden una particular intensidad a la partida’.» (21)
«En el arte, como en la ciencia, la generación de nuevas ideas e imágenes es asistida no por información impersonal, sino por el contacto personal, por la ilimitada diversidad de las conexiones resultantes y por la calidez humana. El ajedrez tiene su propio público y, obviamente, la fuerza de la experiencia creativa no sólo depende directamente de las sensaciones de implicarse en el proceso creativo, sino también en asumir el hecho de que ese proceso se realiza ante los ojos de otros.» (29).
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Antonio Gude 11:10, enero 12, 2012
Eduardo Ramón. El libro es muy interesante y ameno. Si tu conocimiento de inglés es razonable, no es especialmente difícil de leer. Saludos.
Eduardo Ramón 22:54, enero 11, 2012
Muy interesante. Gracias por el aperitivo. Visto el vocabulario, la lectura en inglés no debe ser muy fluida.