El ensayista y sociólogo Roger Caillois (1913-1978)*, especialista y teorizador de los juegos, cuenta en uno de sus libros** que, cuando era muy joven, se interesó «más allá de lo razonable» en el ajedrez, y que en su historia personal este juego está estrechamente vinculado a un complejo de Edipo, pues su primer contrincante regular era su padre, a quien ganaba la mayoría de las veces. Según Caillois, el placer que le reportaban estas victorias «debía tener su origen en oscuros conflictos internos».
Si es así, la mayoría de nosotros debemos haber experimentado el mismo complejo, pues a casi todos nos inició nuestro padre en ajedrez. En mi caso fueron ambos (mi padre y mi madre, que reñían feroces batallas en el tablero) y no creo haber experimentado mayor placer cuando ganaba a mi padre que cuando le ganaba a mi madre. Por eso, me gustaría saber cuál es el otro complejo que me guiaba ante el tablero. Pero Caillois ya no está aquí para explicármelo y no puedo darme el lujo de pagarme a un psicoanalista americano (ni siquiera a un psicoargentino).
*Como ‘La Mantis religieuse’ (La mantis religiosa), ‘Les Jeux et les hommes’ (Los juegos y los hombres), ‘Cases d’un échiquier’ (Casillas de un tablero). En los locos años veinte, Caillois estaba vinculado a los poetas del grupo ‘Le Grand Jeu’ (El Gran Juego), un indicio ya de sus inclinaciones lúdicas.
**‘La Nécessité d’esprit’ (La necesidad de espíritu).
Rodolfo Moreno 04:02, mayo 02, 2013
Estimado Antonio, como siempre un artículo interesante del ajedrez.
Es curioso, a mí me pasaba lo mismo, pero con mis tíos, los cuales me enseñaron a jugarlo desde muy pequeño.
Como bien lo comenta, tal vez todos hemos tenido este complejo, pero… qué alumno no aspira a ser mejor que su maestro? acaso, ¿esto es malo?
¡Saludos querido maestro!
Antonio Gude 13:06, marzo 04, 2011
Gracias por tu comentario, Catulo.
He sido un ferviente lector de Jung y Freud, pero creo que sus discípulos se han pasado un pelín, en particular cuando escriben sobre ajedrez. Si uno lee ‘La Psicología del jugador de Ajedrez’ de Fine, te dices: este tipo será un gran psiquiatra, pero es un verdadero estúpido, y Ernest Jones, con su conferencia ‘El problema de Paul Morphy’ no sale mucho mejor parado… Habría mucho que hablar al respecto, sobre todo si metemos en el debate al sentido común. Mi impresión, en definitiva, es que, si me permites la vulgaridad, estos psicoanalistas posteriores se la cogían con papel de fumar, y me parece absurdo reducir todas las alteraciones emocionales de un individuo a los cuatro temas capitales del psicoanálisis. Hay cuestiones muy concretas de la realidad que no tienen nada que ver con frustraciones o complejos innatos. En el caso de Morphy, por ejemplo, hay que ser doctor en psiquiatría para dictaminar que su locura casi con total seguridad se debió a 1) su frustración por el rechazo de Staunton, y 2) su fracaso como abogado, puesto que la sociedad de Nueva Orleáns no lo tomó en serio… El Dr. Jones, en cambio, tras dedicarle los dos tercios de su disertación a la etimología de las piezas y a la trayectoria deportiva de PM, no nos aclara el problema de éste, limitándose a decir lo del padre. ¿Quería superar a su padre, cuando le ganaba a la ciega a los doce años?
En toda competición siempre hay un ingrediente de autosuperación, de agresividad y, en el caso del ajedrez, es evidente que no hay coartada de por medio: las mismas piezas, una jugada po turno, etc. Si gano, es que soy más listo; si pierdo…
Catulo 11:37, marzo 04, 2011
Supongo que el hecho de que el ajedrez, nos guste o no, es una actividad mayoritariamente masculina favorece que se hable de Complejo de Edipo atendiendo a la rivalidad que se establece entre el hijo varón y su padre.
Considérate afortunado de que ambos, tu padre y tu madre, fueran ávidos ajedrecistas. Por regla general no suele ser así.
En el caso de la niña que compite con su madre tendríamos lo que Jung denominó el Complejo de Electra. Pero si una madre jugadora ya escasea imagina además que juegue con la hija…
Sin sexualizar el tema, me parece muy normal que cualquier chico o chica quiera destrozar en el tablero a sus padres/madres, ya que son su referente social y meta a batir/imitar.