Raymond Chandler (1888-1959) es uno de los maestros de la novela negra. Su héroe, el detective Philip Marlowe, se caracteriza por una personalidad irónica y un cierto cinismo y, como no podía ser menos, por un amargo desencanto.
En 1942 publicó The High Window (La ventana alta), de la que existen diversas versiones en castellano. La más reciente parece ser la de José Mestres y Moner (Santillana, 2004), de la que transcribimos unos párrafos:
P. 98 (comienzo capítulo 15)
Las piezas del ajedrez, las rojas y las blancas, recién alineadas tenían ese aire de ejércitos en miniatura dispuestos para el ataque que ofrecen siempre antes de iniciar la primera jugada. Serían las diez de la noche. Ya en casa, fumaba una pipa y tenía bien a mano la botella, mientras la confusión crecía en mi cerebro.
Aquel par de asesinatos y la devolución de la moneda a Mrs Murdock, cuando yo pensaba tenerla en mi poder, habían dado al traste con todas mis ideas.
Consulté el manual de ajedrez publicado en Leipzig, y ya me decidía a abrir el juego con un brillante gambito de reinas (sic) cuando sonó el timbre de la puerta. Antes de acudir a la llamada tuve la precaución de coger el Colt 38 que aún tenía encima de la mesa.
Interesante lo de las piezas «rojas y blancas», como en el ajedrez medieval y como puede apreciarse en el códice de Alfonso X, simbolizado en el logo de este blog.
Pp. 100-101
Miró a Spangler, encogiéndose de hombros. Después bajo los ojos poco a poco, para luego levantarlos sobre mí, que me sentaba tras el ajedrez.
–¿Juega usted mucho a eso? –me preguntó, mirando las piezas con curiosidad.
–No mucho; de cuando en cuando me dedico a mover las fichas (sic) para distraerme.
–Creía que para jugar hacían falta dos personas.
–Yo reconstruyo partidas jugadas en grandes torneos. Alrededor de cualquier tema existe toda una literatura. De tanto en tanto me planteo algunos problemas; propiamente hablando, eso no es jugar al ajedrez. Pero ¿para qué perder más tiempo en esta estúpida charla? ¿Tomamos algo?
P. 236 (final)
Ya era de noche. Regresé a mi apartamento y me puse cómodo. Me preparé algo de beber y me dispuse a jugar mi partida de ajedrez. Una de las más largas del manual, cincuenta y nueve movimientos. Una partida que, como todas las buenas, prometía ser casi perfecta y embriagadora, a pesar de su fría y silenciosa implacabilidad.
Al terminar me acerqué un momento a la ventana para respirar el aire de la noche. Luego llené de nuevo el vaso y me miré en el espejo:
–¡Por ti y por las grandes jugadas!
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En 1943 Chandler sería contratado para escribir, con Billy Wilder, el guión de una obra maestra del cine: Double Indemnity (Perdición), que interpretarían Fred Mc Murray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson. La relación entre Wilder y Chandler levantó ampollas y grandes discusiones entre ambos, pero los dos se mostraron dispuestos luego a reconocer que habían aprendido mucho el uno del otro.
Unos años antes, Hollywood había soltado una bomba cinematográfica: Lo que el viento se llevó. Su productor, David O. Selznick, un genio del marketing, la había lanzado con el eslógan «Las cuatro palabras más importantes del cine» (Gone With The Wind). Perdición era (es) tan buena que Alfred Hitchcock envió un telegrama a Selznick: «Las dos palabras más importantes del cine son: Billy Wilder.» Pero esa es otra historia.
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Anonymous 18:37, enero 15, 2014
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