Las negras abandonaron.
El comentario estratégico de esta partida es muy sencillo, pues puede sintetizarse en una sola frase: el alfil malo. En efecto, en muchas variantes de la Defensa India de Rey, especialmente cuando se cierra el centro como en esta línea de Petrosian, las negras corren el peligro de que su alfil de fiancheto se convierta en malo, al quedar limitada su acción por la propia cadena de peones.
Para el negro una buena compensación por esta circunstancia puede encontrarse en que el rey blanco se enroque corto, porque entonces hay buenas perspectivas de ataque, por medio de …f4, …g5 y …g4. Pero ni siquiera esa compensación existe si las blancas mantienen el rey en el centro o, lo que es aún mejor, si se enrocan largo, como hice en este caso, siguiendo el modelo de Hort en una partida en la que, él con blancas y yo con negras, efectuó este mismo plan, allá por el año 1969.
Después de este enroque largo, si enjuiciamos la posición desde un punto de vista dinámico, podemos comprobar que las negras no tienen posibilidad ninguna de reacción en el flanco de dama y que, en el otro sector, cualquier acción va a requerir limitar más el juego del alfil, con el avance …f4, intentar …g4 manteniendo un peón en f5 tiene el inconveniente de poder perder el control de la importante casilla central e4. Por su parte, las blancas pueden ensayar algo en el flanco de rey, por medio del avance g4 y, aunque esto falle, pueden también, con paciencia, maniobrar en el flanco de dama, buscando la ruptura b4 o, en el caso de que su oponente se decida por …a4, concentrar sus fuerzas contra este peón para capturarlo (un caballo en b5, otro en c3, el alfil en c2 y la dama en d1). La conclusión es que en el medio juego el blanco está mejor, pues dispone de planes para realizar, mientras que el negro no dispone de ningún plan estratégico claro y debe más bien limitarse a esperar acontecimientos.
Claro que una táctica de espera es difícil de mantener mucho tiempo: se pierde la paciencia y se realiza algún movimiento nervioso, como el 18 de Westerinen, que permite así al blanco, con sus jugadas 19 y 20, enfocar decididamente la situación de cara al alfil enemigo de casillas negras, además de intentar controlar con una pieza la casilla e4. es cierto que con su ingeniosa jugada 20, al amenazar 21…Axb5. Westerinen impide esto último, pero, aunque sea un peón blanco el que quede en esa casilla central, el juicio de la posición no varía mucho. El repetido alfil de fiancheto sigue siendo malo, siempre inferior a un caballo blanco, aunque aquél llegara a disponer de la diagonal h6-c1. Son débiles los peones negros de a5 y c7, y si las blancas logran cambiar los alfiles de casillas claras, la situación del segundo jugador resultará crítica.
Esto es precisamente lo que sucede en la partida, gracias en buena partea que la infiltración 26…Dh3 es un error y una pérdida de tiempo. Poco después, la dama tiene que retroceder para proteger a sus peones débiles del ala de dama.
Luego de 34.Ac2! es muy dudoso que el negro pueda ya salvarse. Si 34…Axe4, vence 35.Cxd6 Axc2 36.Cf7+, y si 34…Ae7, que es relativamente la mejor, las blancas quedan muy bien con la sencilla 35.Dd5 o 35.Cc3, y mejor aún con 35.Dxa5! Axe4 36.Da7! Axc2 37.Rxc2.
En fin, después de 34…Ac7 35.Dd5! la partida ha terminado.
No es posible 35…Dd7, por 36.Db7, ni 35…Db6, por 36.De6, de modo que el final de caballo contra alfil, con éste encerrado en b8, no tiene historia, pues el blanco gana de cualquier modo.
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