Del libro LA GUÍA DEL PERFECTO TRAMPOSO EN AJEDREZ, A. Gude, Ediciones Tutor
Nunca será usted nada si no comprende la verdad número uno del ajedrez: en ajedrez todo amigo es un enemigo. En consecuencia,
- Al amigo debe advertirle que es usted muy fuerte, si no le conoce como jugador de ajedrez.
- Si le conoce, ya sabe lo mal que juega usted y usted lo bien que juega él, por eso no jugará usted con él, sino con cualquier otro amigo que juegue peor que usted.
- Antes de comenzar hay que prevenir al amigo que se espera de él que tenga buen perder, porque no se le quiere hacer daño…
- Si su amigo no queda lo suficientemente afectado y se anima a jugar (siempre partiendo de la base de que usted ha elegido a un buen amigo de ajedrez, es decir, claramente inferior a usted):
- Siempre hay que advertirle que lleva usted cinco años (nunca menos) sin jugar y que está muy desentrenado.
- Deberá jugarle cualquier apertura sólida para que su amigo pretenda atacar y estrellarse contra el muro que es usted.
- En plena apertura le hará la siguiente observación: «Ya veo que estás al corriente de la teoría de aperturas. Por mi parte, el último libro de ajedrez que leí fue cuando tenía quince años.»
- Cuando vaya usted ganando (que es lo lógico), dirá, un par de veces por sesión: «No es verdad que el que gana en ajedrez sea más listo y el que pierde un tonto. En realidad, el ajedrez depende mucho de la técnica, aunque también de la intuición y de la capacidad de cálculo.»
- Cuando su amigo haya perdido cuatro partidas seguidas, dígale amablemente que algún otro día le concederá la revancha, aunque disponiendo usted de tan poco tiempo para perder…
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