Un ajedrez chino
En los años setenta (1973 o 1974) se vendió, en una subasta del Metropolitan Museum de Nueva York, un juego de ajedrez del emperador chino Tao Kang en 127.000 dolares.
Jugadores adormilados
En su libro El dominio de la táctica en ajedrez, el GM inglés cuenta que el GM David Bronstein le advirtió que tuviese cuidado, al jugar contra oponentes rusos, porque muchos suelen fingir que están desinteresados o aparentan un mortal aburrimiento, con el fin de inducir los errores de su rival, por exceso de confianza.
–¿Qué debo hacer entonces?, le pregunto McDonald.
Bronstein le dio una de sus típicas respuestas:
–Es fácil. Si tienen más Elo que usted, ¡propóngales tablas! Si rehúsan, no podrán seguir fingiendo que no juegan a ganar.
Fischer y la Winawer
Bobby Fischer consideraba que la Variante Winawer de la Francesa (3 … Ab4) era incorrecta para las negras. Sin embargo, precisamente esta variante le planteó serios problemas, perdiendo (con blancas) cinco partidas en su corta carrera: con Ivkov (Santiago de Chile 1959), Uhlmann (Buenos Aires 1960), Mednis (Nueva York 1962), Korchnoi (Herceg Novi 1970, Blitz) y Vlado Kovacevic (Rovinj-Zagreb 1970).
Ostap Bender
El protagonista de la famosa novela satírica Las doce sillas, de Ilf y Petrov, tiene ya una calle a su nombre en Rusia. Nada menos que en Elistá, la capital de Kalmikia, a iniciativa del presidente de la FIDE, Kirsan Ilyumzhinov.
La biblioteca de Odesa
El Club de Ajedrez y Damas de Odesa cuenta con una de las bibliotecas de ajedrez más completas y selectas del mundo, con más de 30.000 volúmenes. Antes de su match de Merano 1981 con Korchnoi, el campeón mundial, Anatoli Karpov la consultó repetidamente.
André Gide sobre Paul Valéry
«Vive su vida como una partida de ajedrez que se trata de ganar, y como escribe sus poemas, colocando la palabra precisa, lo mismo que se avanza el peón imprescindible.»
El test matrimonial infalible
Los señores de Gothie y de Suecia, dice una crónica medieval de Olaius Magnan (Historia de los pueblos septentrionales), cuando deseaban casar a sus hijas, tenían por costumbre probar a sus pretendientes de distinta manera, en particular jugando al ajedrez, ya que en este juego las pasiones del espíritu, como el aburrimiento, el amor, la avaricia, la fanfarronería, la locura, la torpeza y algunas otras podían ponerse de manifiesto en el transcurso de la partida.
H. R. d’Allemagne
El problema del califa
El califa al Mamoun aseguraba que le resultaba más fácil gobernar su país de este a oeste que dominar un tablero de ajedrez. Sin embargo, sospecho que en ambos juegos cometió muchos errores fatales.
E. Gibbon
Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (1788)
Chateaubriand
«Yo tenía una predisposición natural para muchas cosas… Sin embargo, esta versatilidad de mi inteligencia se manifestaba sobre todo en cuestiones secundarias, pues estaba dotado, por ejemplo, para el ajedrez, el billar, la caza y las armas…»
Memorias de ultratumba, capítulo 7
Un verdadero amor… ¡por el ajedrez!
«Ricterio, en el tercer libro de su Chronico Senoniense, cuenta la historia de un marido que tenía por costumbre jugar al ajedrez con su mujer. Como ella era más diestra en este juego, a menudo le daba mate, lo que lo encolerizaba de tal modo que, avergonzado, le pegaba unas palizas brutales. A pesar de ello, ambos estaban tan poseídos por el ajedrez que, una y otra vez, volvían a reanudar sus partidas.»
Richard Twiss, Chess (1787)
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