literatura, junio 7, 2012

EN LAS FUENTES DEL JUEGO y 2)

ENSAYOS DE HISTORIA PINTORESCA DEL AJEDREZ
En las fuentes del juego

Evgeni Znosko-Borovsky

Ha sido necesario mucho tiempo y muchos esfuerzos para destacar el juego de ajedrez de los de azar y que los dados dejaran de tener en él preponderancia. He aquí la victoria manifiesta de la razón humana.
Un filósofo musulmán dijo que el juego de ajedrez fue inventado por aquel que admitía la libre voluntad, mientras que los otros lo fueron por un fatalista que quiso demostrar con su invención que el hombre no puede ir contra su suerte y que la verdadera sabiduría consiste en saber conformarse con ella.
Esta evolución no ha podido detener el desarrollo del ajedrez y le ha elevado además en la consideración general. Un rey lo prefería, porque la sabiduría en él triunfaba siempre sobre la ignorancia. El ajedrez se convierte en la escuela administrativa del arte guerrero, y es frecuente referirse a nuestro juego en tiempo de guerra, y a él se recurre todavía para enseñar a los jóvenes el arte militar. En las geografías indias se ha utilizado también para diferentes descripciones: «El pueblo estaba construido según el plano del tablero con ocho casillas de cada lado». Poco a poco el nombre primitivo chaturanga desapareció y fue sustituido por uno nuevo, que puede traducirse como «juego intelectual».
El ajedrez es, desde entonces, honrado: se habla de él en las conferencias diplomáticas, los reyes se hacen regalos recíprocos de juegos de ajedrez. Un rey que había hecho prisionero a otro rey, le preguntó si sabía jugar al ajedrez y al responderle afirmativamente, le recordó una regla del juego con la cual la batalla no hubiera sido perdida, llenándole de reproches por este motivo.
El hijo de Harun el Raschid jugaba al ajedrez durante el asedio a la ciudad de Bagdad. en el momento más crítico del combate, un enviado se precipitó en su habitación, mas fue detenido por el Califa, que le dijo:
«Paciencia, amigo mío, porque voy a darte mate en pocas jugadas.»
Su hijo jugaba mal, y lamentándose amargamente, decía: «¿No es esto extraño? ¡Puedo mandar a todo el mundo en la India, al Este, y hasta Andalucía al Oeste, y no puedo manejar 32 piezas sobre un pequeño tablero!»
El pago de los impuestos y tributos estaba, a veces, condicionado al conocimiento o ignorancia del juego de ajedrez, como cuenta Firdausi. Hasta sus últimos tiempos los Khans de Turquestán jugaban mucho al ajedrez en sus casas y empleaban el ajedrez para reglamentar los procesos judiciales y aun las disputas entre los estados. Lo mismo ocurría en las antiguas India y Persia.
Poco a poco, el ajedrez se fue apartando de los otros juegos que se jugaban con tablero y los cuales constituyen una gran familia. Alguno de estos juegos ha desaparecido totalmente, otros, por el contrario, han conocido una popularidad tanto o más grande que el ajedrez. Hay aún otros juegos cuyo origen es más antiguo. Sin embargo, ninguno de ellos puede compararse con nuestro juego, y prueba de ello es la antigua literatura compuesta de miles de libros que hablan del ajedrez más que de todos los otros juegos juntos.
Por lo tanto, este parentesco con los otros juegos es una nueva dificultad para distinguir cuándo se trata, en realidad, del ajedrez. En los Diálogos de Buda se citan los juegos prohibidos, comprendiéndose en ellos los de tablero, y se precisa así: «sobre las tablas imaginadas en el aire» ¡Es, pues, el juego a la ciega! Si se tratase del ajedrez ¡a qué antigüedad se remontaría su nacimiento! Pero… todo nos fuerza a creer que no se trata en ese caso de nuestro juego.
Las excavaciones de Egipto han aportado muchas imágenes de personas jugando con piezas de diferentes colores sobre tableros. ¿Por qué no admitir que se trata del ajedrez? En este caso, habría nacido en Egipto muchos siglos antes de Jesucristo. Nueva desilusión: las piezas, tableros, lienzos y cajas sacadas de la tierra en las mismas excavaciones destruyen esta halagüeña suposición.
Los sabios tienen tanta tarea con tales leyendas, fábulas e invenciones mentirosas, que se comprende por qué son tan prudentes en sus afirmaciones. Prefieren no aceptar más que lo que puede ser probado incontestablemente. No hay que esperar, pues, que jamás pueda fijarse la fecha del origen del ajedrez, puesto que si encontramos en un manuscrito el nombre del juego, las expresiones ajedrecísticas y los sucedidos sobre su cuenta, esto sólo prueba que en esa época existía ya el ajedrez, pero no debemos suponer que debiera nacer muchísimo antes, puesto que para hacer su entrada en la literatura debía gozar ya de cierta popularidad y tener un gran desarrollo.
En todo caso, la primera vez, aparentemente, que el ajedrez se encuentra citado es al principio del siglo VII, en la historia de la princesa india Vasavadatta y el rey Udayana:
«La lluvia jugaba su partida con las ranas a guisa de piezas de ajedrez y ellas, verdes y amarillas, como barnizadas, saltaban sobre las casillas negras del jardín.»
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