Muy meritorio el esfuerzo editorial de La Casa del Ajedrez, que se anota un tanto importante con la publicación de esta gran obra, cuyo segundo volumen apareció en noviembre (el primero lo comenté aquí), como un espléndido regalo de fin de año.
El libro está dividido en tres partes:
- Un match tras otro
- En la cumbre de mi carrera: 1988-1989
- Caída y ascenso
La primera de ellas comprende desde los matches con Hübner y Andersson (1985) hasta el cuarto match con Karpov, el de Sevilla 1987, en el que, como se recordará, Kasparov conservó su título in extremis al imponerse en la última partida e igualar así el marcador.
En la segunda parte, acertadamente calificada de cumbre de su carrera, aunque sólo abarca dos años, es una época de plenitud de juego y éxitos. Los capítulos en que se desglosa esta parte dan una idea de las apasionantes luchas y duelos ante el tablero:
- La pelea continúa
- “Casi” el torneo de mi vida
- Campeón de la URSS por segunda vez
- Difícil otoño en Reykjavik
- Artillería pesada
- Regalo de cumpleaños
- Oportunidades perdidas
- El récord de Fischer, ¡quebrado!
- En lo más alto
- Después de la huida
- Match con Psajis
- Quinto match con Karpov
La tercera parte se abre con una crónica del torneo de Linares 1991 y prosigue con los de Amsterdam y Tilburg de ese mismo año (incluida la maratoniana partida Karpov-Kasparov, que finaliza en tablas después de 114 jugadas). Reggio Emilia, Linares y Dortmund 1992 cierran el capítulo de supertorneos en esa etapa. Sigue crónica de la Olimpiada de Manila y el Campeonato de Europa de equipos nacionales (1992), con sendas medallas de oro del equipo ruso encabezado por Kasparov y, finalmente, su brillante triunfo en Linares 1993, con punto y medio de ventaja sobre Karpov y Anand.
En la última página el campeón del mundo explica (¿justifica?) y luego lamenta la creación de la PCA y consiguiente ruptura con la FIDE, que desembocaría en el famoso Match de Londres con Nigel Short. Sus comentarios, sesgados o no, son sabrosos:
“Llevo dos años tratando de conseguir dinero para el match por el título del mundo. Muchos dicen que Kasparov estaba buscando dinero para sí mismo. Eso no es cierto; yo busco dinero para la creación de un sistema de ajedrez efectivamente operativo. El ajedrez debe ser llevado a un nuevo nivel mediante una revolución similar a la que se produjo en 1960-1970 en tenis y golf. El tenis tiene una organización similar a la de la FIDE: sólo organiza el calendario de los torneos, sin tener ninguna implicación con ellos, y recibe el 3 o el 4 por ciento del fondo de premios…
Pero la FIDE, al reclamar más, no cumple su principal objetivo, para el cual ella obtuvo la propiedad del campeonato del mundo. (…)
En aquel momento también había una división en la Federación de Ajedrez de Rusia, ligada a la crisis política que había en el país, y las ‘fuerzas de la venganza’, apoyadas por Karpov, tomaron temporalmente la dirección. Por lo tanto, con la salida de la FIDE, se presentó para mí una situación completamente nueva: el título oficial de campeón del mundo me había permitido sentirme invulnerable en mi confrontación con la FIDE, la Comisión de Deportes del Estado y la Federación soviética, pero ahora resultaba que con mis propias manos había destruido esta defensa, construida en muchos años de trabajo duro.
(…)
La negativa a jugar el match (con Short) bajo los auspicios de la FIDE fue el peor error de toda mi carrera ajedrecística. Esta decisión condujo a un renacimiento inesperado de Karpov y permitió a la FIDE establecer una prolongada oposición a la PCA, para tener su propio campeón del mundo. Por supuesto, en su momento debí acordar jugar en Manchester, y sólo entonces, después de defender el título de campeón de la FIDE, pensar en establecer una asociación profesional de ajedrez. Yo me hubiera ahorrado una gran cantidad de energía nerviosa y el mundo del ajedrez habría conservado un solo campeón.”
Cien partidas magníficamente comentadas y analizadas, como cabe esperar de un campeón del mundo de la talla de Kasparov, crónicas y datos rigurosos, siendo el elemento más destacable la narración que de sus intensas vivencias nos transmite el autor, una figura ya histórica de la mayor magnitud.
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