El hijo del trapero cumple cien años.
Kirk Douglas (nacido Issur Danielovitch Demsky) ha marcado hoy cien muescas en su revólver existencial.
Este actor poliédrico de mirada de halcón, que pasó muchos años de miseria en su niñez (su padre era trapero, de ahí el título de su autobiografía) tiene una admirable trayectoria profesional, con todo tipo de registros interpretativos que, si bien no parecen haberle acreditado en Holywood como un actor exquisito, sí dieron realce a la mayoría de las películas para las que fue contratado. Su carácter independiente y cierto sentido de la justicia social parecen estar en la raíz de sus difíciles relaciones con la Meca del cine.
Douglas fue y es grande. Su naturalidad, una personalidad que desbordaba a los personajes que interpretaba, impregnando su modo de vida, le permitió enriquecerse con su trabajo. Invirtió en el cine, exhibiendo buen criterio a la hora de asociarse y de emprender proyectos. Tuvo, además, el mérito (y el coraje) de rescatar de las sombras al gran guionista Dalton Trumbo, marcado a fuego en la lista negra de McCarthy.
Más conocido por el gran público como Espartaco, por la película que él mismo produjo y que dirigio Stanley Kubrick, yo prefiero recordarlo como el coronel Dax de la extraordinaria Senderos de Gloria (también de Kubrick, 1957), o el Einar de Los vikingos (Richard Fleischer, 1958), o el pistolero y padre conmovedor de El último atardecer (Robert Aldrich, 1961), o el general golpista de Siete días de mayo (John Frankenheimer, 1964), o por El gran carnaval (Billy Wilder, 1951), donde encarna a las mil maravillas a un periodista que alimenta y promociona sin el menor escrúpulo el sensacionalismo. Esa cinta se abre con una magistral oferta de trabajo al editor de un periódico: “Sr. Boot: Soy un periodista de 250 dólares a la semana. Se me puede contratar por 50. Conozco los periódicos por delante y por detrás, de arriba abajo, sé escribirlos, publicarlos, imprimirlos, empaquetarlos y venderlos. Puedo encargarme de las grandes noticias y de las pequeñas. Y si no hay noticias, salgo a la calle y muerdo a un perro. Dejémoslo en 45.”
No hay duda de que, además de actor de talento, es un tipo listo.
No hace falta que Hollywood le haga homenajes.
Ya lo ha hecho la vida.
Feliz cumpleaños, Kirk.
¿Quieres comentar algo?