La Variante Lüneburg es una novela de temática ajedrecística (la primera de su autor, Paolo Maurensig), que tuvo cierto éxito y fue traducida a varios idiomas europeos.
Los extractos que siguen son de la versión española (Tusquets, 1995; traducción de Carmen Romero). La edición original es de dos años antes, Milán, 1993.
(la residencia vienesa)
«La mayor atracción era un laberinto geométrico trazado en medio de paredes concéntricas de tres metros de altura, que desembocaba en una explanada en forma de tablero de ajedrez, cuya pavimentación estaba compuesta de recuadros de mármol blanco y negro. A ambos lados opuestos se elevaban las piezas, obtenidas, con un cuidadoso trabajo de poda, de densos setos con la altura de un hombre. Las piezas oscuras eran de tejo; las claras, de boj.» (p. 12)
«Después (del desayuno), durante el resto de la mañana se retiraba a su estudio-biblioteca para ocuparse del ajedrez, su gran pasión. Poseía todo lo que se había escrito sobre el juego y se jactaba también de una colección de valiosos tableros antiguos. Aunque desde hacía años no había competido en ningún certamen, mantenía todavía el título de maestro. Además, dirigía una acreditada revista de ajedrez.» (13)
«Encontraron el cuerpo de Frisch en el centro del laberinto, volcado sobre su propia sangre, y a pocos pasos hallaron la que en un tiempo fue su pistola reglamentaria. Nadie había oído el disparo porque el arma disponía de silenciador.
En vano se ha buscado un mensaje, pero sobre su mesa de trabajo no se encontró nada, a no ser un tablero de ajedrez, con una jugada ya hecha, en un complicado medio juego.
Un tablero extraño, ciertamente, cosido con trozos claros y oscuros de paño basto y con las piezas hechas de botones de varios tamaños que llevaban sobre una cara, mal grabadas –como si fuera la punta de un clavo– las figuras del juego.
Entre todos los diarios que describen lo que ha aparecido ante los ojos de los primeros testigos, sólo una hoja de provincias, quizá escasa de noticias de primera mano, se ha detenido en este particular, aparentemente insignificante, concluyendo así el artículo: ‘Nadie podrá explicarse nunca por qué aquella noche el señor Frisch había escogido, de su valiosa y renombrada colección de tableros de ajedrez, un andrajo semejante. Quizá sólo para jugar la última partida. La que jugó con la muerte’.» (16)
Una interesante trama, con referencias ajedrecísticas verosímiles. Una novela que recomiendo como amable lectura, sin grandes exigencias literarias.
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