Voy a repetirme. Lo que sigue lo cité ya en una entrada antigua. Porque hoy lo que pasó hace un mes es historia, y lo que pasó hace dos meses, prehistoria. Pero ya lo dijo AG (no Antonio Gude, sino André Gide): «Todo está ya dicho, pero como la gente no escucha, hay que volver a repetirlo.»
Le preguntaron al famoso director de cine Billy Wilder si era imprescindible que un director supiese escribir. Con su característica mala uva, Wilder respondió: «No, pero es conveniente que sepa leer.»
Eso podría aplicarse a mecánicos, futbolistas, folklóricas, jugadores de ajedrez y a todo el mundo, en general.
Claro que leer no significa identificar las letras del alfabeto, saber qué sonidos componen en las sílabas y entender más o menos el significado de las palabras. La clave está en el más o menos. Porque hay distintos niveles de comprensión y de lectura. Hay quienes pueden leer entre líneas en la frase más inocente y quienes tienen problemas para entender «el cielo es azul».
Entre quien escribe un texto y quien lo lee se establece una comunicación.
La comunicación está de moda.
Atrás quedaron los tiempos en que lo estaba la incomunicación, tema que encumbró a Michelangelo Antonioni (con sus películas La noche, El eclipse, La aventura, Blow Up): personajes confusos, miradas lánguidas, amores inconcretos o imposibles.
El tema del sharing (compartir) sobre el que se han escrito ya varios libros es, en esencia, la necesidad que la mayoría de la gente tiene (tenemos) de expresarse a través de Internet, y la posibilidad que la red les brinda de compartir sus ideas, informaciones y otros contenidos. Tal es, en esencia, la filosofía de blogs y blogueros. Ahora, en este mundo regido por Internet, que abre tantas puertas y portales a todos, la proliferación de webs, revistas virtuales, correo electrónico, blackberrys, etc., resulta ya difícil orientarse.
¿Alguien conoce, por ejemplo, The Huffington Post?
Hoy habla en la prensa española su presidenta, Arianna Huffington, toda una gurú (¿puede decirse así, en femenino?).
¿Qué es The Huffington Post?
Me lo pregunto.
Parece que un ambicioso proyecto periodístico global de Internet, recientemente vendido a American Online por más de 300 millones de dólares. Tiene contratados a 1.400 periodístas y actualmente busca asociarse con grandes diarios europeos para redondear esa aventura prodigiosa.
Dice esta señora que «comunicar es el nuevo entretenimiento de la gente.» No sé si está muy bien expresado. ¿Es un entretenimiento o una necesidad? Porque cuantos más medios de comunicación surgen parece que esa necesidad de la gente se multiplica en plan progresión geométrica.
Después de leída la entrevista, confieso mi incapacidad para interpretar debidamente su contenido: no sé qué hace esa gente, ni en qué se diferencian de un diario convencional en papel ni, en definitiva, qué es lo que vale trescientos millones de dólares.
Pero la señora Huffington ha dicho algo que me ha hecho gracia y que creo que tiene razón, a saber, que hoy el periodista debe ser anfibio.
Como ya he dicho, hay quien sabe leer y quien no.
Tendré que volver a la escuela.
O volver a leer la entrevista.
Y me compraré unas aletas a lo Dustin Hoffman en El graduado, por aquello de ser anfibio.
Y tirar del hilo de Arianna.
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Anonymous 16:26, octubre 16, 2011
Lo de ¿Cuánto?, entra en el campo de la especulación. La fórmula sobre la CocaCola esta tasada en 39.000 millones de dólares.¿Por qué? Es lo que se llama «Goodwill»:»Valor de una entidad de negocios, no atribuible a los activos y pasivos».Jairo
Antonio Gude 13:13, octubre 16, 2011
Pero Jairo, tú que eres un experto en economía (y yo un lego en la materia) ¿un periódico digital puede valer 300 millones de dólares?
Anonymous 12:48, octubre 16, 2011
La verdad es que yo solo veo a «The Huffington Post» como un periódico digital global. Para entenderlo mejor, basta leer sus enlaces y fuentes de noticias.
Jairo