cine, noviembre 14, 2011

LOS JUGADORES DE AJEDREZ (y 2)

LOS JUGADORES DE AJEDREZ

Problemas para jugar
Siguen los incidentes. Otro día desaparecen las bonitas piezas y el hombre de la casa echa una bronca monumental a toda la servidumbre, ordenándoles que busquen por todas partes. Llega su amigo, que presencia el final de la bronca, y le dice que por qué no compran un nuevo juego. El anfitrión le replica, desesperado: «¿Acaso no sabes que hoy, viernes, las tiendas están cerradas?». Cavilan acerca de cómo resolver el problema y recuerdan que un viejo abogado, del que ambos son clientes, tiene un ajedrez en su salita. Allí se dirigen. Se les informa de que el abogado está seriamente enfermo, pero su hijo les invita a un té. Mientras se lo traen, inician una partida. El criado, ¡ay!, retira el ajedrez de la mesita y lo coloca en el centro de la sala. No importa: se levantan por turno y siguen jugando. Parece que el abogado se recupera, de modo que van a saludarlo (y pedirle, de paso, que les preste el juego). Pero el abogado se muere. Salen espantados de la casa y siguen pensando, sin parar, en cómo solucionar el problema de hacerse con un juego. «¡Qué pena que un día tan hermoso como hoy tenga que estropearse sin jugar al ajedrez!».
Por fin, deciden regresar a la casa del primero y sustituir las piezas por frutas. Cuando la mujer se percata de ello, les lanza, desde la sombra del pasillo, las piezas desaparecidas. El ambiente está enrarecido. Deciden ir a la casa del otro, Mirza, cuya esposa tiene un enredo erótico con el sobrino de ambos. Mirza casi los sorprende, pero le explican que el mozo está eludiendo la movilización militar para hacer frente a los invasores ingleses, y que ha venido a refugiarse a su casa. Como es lógico, el tío le promete todo su apoyo. En la calle se oyen cascos de caballos. Hay tensión en el aire. Mirza propone que vayan a jugar a una vieja mezquita, en las afueras de la ciudad, un lugar muy tranquilo y agradable, donde podrían jugar sin que nadie les moleste.
Paralelamente, van evolucionando los acontecimientos políticos. El Residente recibe orden de su gobierno de derrocar al rey de Oudh por las buenas o por las malas, de modo que la Compañía de la India avanza hacia su destino, mientras el rey de Oudh («un pusilánime y un afeminado», según el Residente) se deleita con exquisitos bailes y declama sentida poesía. El primer ministro pide al rey que autorice la movilización de un millón de súbditos y de poner a punto miles de piezas de artillería. El rey duda. Nuestros amigos llegan a las afueras de la ciudad. Pero allí no hay mezquita, sólo una casa abandonada y un niño. Su familia ha escapado de la inminente llegada de los ingleses. Él quiere ver sus casacas rojas. Mirza dice que quizá soñó la mezquita. En cualquier caso, se disponen a jugar, en pleno campo, sirviéndoles el niño de criado.

El final de la guerra
La partida llega a su punto culminante. Parece que Mirza va a ganar. Su amigo le dice, entonces, que debería prestar más atención a quien se refugia debajo de su cama. Estalla el drama… Llega el ejército inglés. El rey abdica. Los amigos se reconcilian y, puesto que pronto va a anochecer, deciden jugar una partida rápida, al modo inglés. Las damas ocupan las casillas que ahora les corresponden y refuerzan su capacidad de juego: la reina Victoria ha cobrado protagonismo en ajedrez.
La forma en que Ray nos cuenta el proceso de la invasión de Oudh es sorprendentemente tranquila, como una mera exposición reflexiva de lo que pasó, sin que medien intenciones vindicativas, como si se tratara de un hecho natural y triste. Por eso, mi propia impresión es que de los dos hilos narrativos el que toma más fuerza, a medida que avanza el filme, más intensidad para el espectador, es el a priori menos esencial: las peripecias de los jugadores. Por otra parte, ¿no se titula la película, a fin de cuentas, Los jugadores de ajedrez?
Una última cosa, digna de señalar, y que afecta por igual al colorido, la música y el guión, algo que mueve al mundo con gran fuerza y se resume en una sola palabra: delicadeza.
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7 comentarios

  1. Vanesa 09:44, noviembre 15, 2011

    Me encantaría ver esta película, qué interesante!

  2. Antonio Gude 03:36, noviembre 15, 2011

    Diego y Anónimo. Muy agradecido por vuestros comentarios. Saludos.

  3. Antonio Gude 03:35, noviembre 15, 2011

    José Pazo. Muchísimas gracias por tus calurosos elogios, que recompensan mi trabajo. Aquí estaremos para seguir tratando de interesaros con mis escritos. Hasta siempre. Saludos.

  4. Anonymous 02:07, noviembre 15, 2011

    Gran trabajo en el blog, sludos

  5. Diego 00:47, noviembre 15, 2011

    Un blog aunténtico, desborda pasión ajedrecística!

  6. José Pazo 00:05, noviembre 15, 2011

    Gude, soy un grandísimo admirador de su obra y su trabajo, ha sido increíble para mi encontrarle en la red. Leo los artículos en la revista bimensual Jaque, revista maravillosa también, con un gran equipo, usted entre los más grandes. Estoy deseando que salga el siguiente número. Y sus libros, apoteósicos! no sabría decirle cuanto admiro su obra, tengo una gran colección de sus publicaciones, también algún número de la revista internaciona de ajedrez, ojalá se siguiese editando.. Es usted un fenómeno, de verdad no tengo palabras para describir la alegría que me da poder comunicarme con usted.

  7. Ellie 22:42, noviembre 14, 2011

    Estoy disfrutando mucho con tus publicaciones, esta sobre la película, tengo la sensación de estarla viviendo en directo. Gracias Don Antonio Gude