Revista Internacional de Ajedrez nº 8, mayo 1988, p. 40
Harto conocida es la leyenda del brahmán Sissa, a quien se le atribuye la invención del ajedrez, para distraer a un soberano de sus ansias bélicas. El monarca decide recompensarle, dándole a elegir la recompensa. Sissa pide un grano de trigo por la primera casilla del tablero, dos por la segunda, cuatro por la tercera, etc. El rey se asombra de la escasa ambición de Sissa y pide a sus sabios que realicen el cálculo para pagar a Sissa. Pasan días y éstos no consiguen efectuar el cálculo, para enfado del soberano que debe acudir a un matemático chino. Una vez obtenido el resultado, el sabio, prudentemente, le comunica al rey que la cantidad pedida es enorme. Algo que no preocupa al monarca, quien contesta que, por grande que sea, seguramente no vaciará sus graneros.
«En realidad», añade el sabio, «los granos de trigo que te ha pedido ese brahmán son exactamente 18.446.744.073.709.551.615.»
En el libro LAS CIFRAS, HISTORIA DE UNA INVENCIÓN, de Georges Ifrah (Alianza Editorial), hay una descripción pintoresca para hacer comprender al rey la magnitud de la cifra:
«Soberano, a pesar de todo tu poder y riqueza, no está en tu mano suministrar tal cantidad de trigo. Ésta se sitúa mucho más allá del conocimiento y del uso que tenemos de los números. Habrás de saber que incluso si vaciaras todos los graneros de tu reino, el resultado que podrías conseguir sería insignificante en comparación con esta enorme cantidad. Por otra parte, ésta no se encontraría ni siquiera en todos los graneros juntos de todos los reinos de la Tierra. Si quisieras absolutamente dar esta recompensa, tendrías que empezar por mandar secar los ríos, los lagos, los mares y los océanos. Luego, derretir las nieves y los hielos que recubren las montañas y ciertas regiones del mundo, y por fin transformarlo todo en campos de trigo. Y después de haber sembrado 73 veces seguidas el conjunto de esta superficie es cuando podrás saldar esta inmensa deuda. Pero, para tal cantidad, tendrías que almacenar el trigo en un volumen de cerca de doce billones tres mil millones de metros cúbicos y construir para ello un granero de cinco metros de ancho, diez metros de largo y de 300.000.000 kilómetros de fondo (es decir, una altura igual a dos veces la distancia de la Tierra al Sol).»
Menos conocida es una de las versiones del posible desenlace de la leyenda:
«Decididamente», contestó el rey muy impresionado. «el juego que ha inventado este brahmán es tan ingenioso como sutil ha sido su petición. Dime ahora, hombre sabio, ¿qué tengo que hacer para saldar una deuda tan molesta?»
«Haz que ese astuto brahmán caiga en su propia trampa. Propónle que venga él mismo a contar, grano por grano, toda la cantidad de trigo que ha tenido la osadía de pedirte. Aunque trabajara sin parar, día y noche, a razón de un grano por segundo, sólo recogería un metro cúbico a los seis meses, unos veinte metros cúbicos a los diez años y …una parte insignificante durante lo que le quedase de vida.»
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