otros temas, diciembre 12, 2010

Mecking y Medina

En los años setenta el mundo del ajedrez se conmovió con la aparición de un prodigio: el brasileño Henrique da Costa Mecking, alias Mequinho, que llegó a ser el gran maestro de ajedrez más joven del orbe y que en su país fue casi tan popular como Pelé y bastante más que los más conocidos intérpretes de samba o bossa nova.
Mecking acudió a Las Palmas para disputar un fuerte torneo internacional. El director del torneo era el experimentado maestro internacional y ex campeón de España Antonio Medina.
El problema que se le planteó a Medina fue que el fenómeno Mecking era muy exigente con el asunto de la silla. Medina pidió que le trajesen doce modelos diferentes de sillas, para facilitar la elección del prodigio. Después de haberlas examinado todas, Mequinho, moviendo continuamente la cabeza en claro ademán negativo, dijo no estar satisfecho con ninguna. Medina, que tenía muchos miles de kilómetros y de jugadas a sus espaldas, pidió entonces a todos que le dejaran a solas con el gran ajedrecista.
«Yo te comprendo», le dijo. «Ahora sé lo que quieres.»
Mecking sonrió. Medina hizo traer una nueva silla en la que, con cara de felicidad, se sentó el astro brasileño, manifestando que ésta sí le gustaba, con lo que el incidente quedó zanjado, gracias a la experiencia y astucia de Medina, pues la silla en cuestión ¡era la primera que se le había mostrado al joven genio!

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