Para referirse al ostracismo de jugadores tan grandes como Andrei Lilienthal y Salo Flohr en la URSS (o, por qué no decirlo, a su fracaso), el Dr. Rey Ardid utilizaba una frase tan plástica como anacrónica: «se hundieron en las procelosas aguas del ajedrez soviético.»
Pues bien, navegando por las «procelosas aguas» de Internet, me encuentro a menudo con el Sr. Antonio Gude, otro que yo, aunque, como yo, gallego (él de Lugo, yo de Vigo), quien, al parecer se forjó a sí mismo un destino de éxito como emigrante y escribió un libro titulado Os manuscritos persiánicos, del que algúna vez me han preguntado si soy el autor. Desde luego, no lo soy, y supongo que a mi tocayo le habrán atormentado preguntándole si es el autor de Escuela de Ajedrez o de El Método 64…
Él es mi doble (o mi sosias) y yo el suyo, así que, querámoslo o no, tenemos un destino vinculado.
¿No era esto un diario, una crónica de impresiones, un registro de banalidades?
+
¿Quieres comentar algo?