ajedrez, marzo 6, 2011

PACHMAN Y KAVALEK

A la muerte del GM checo Ludek Pachman (1924-2003), su ex compatriota y colega Lubomir Kavalek escribió un obituario (creo recordar que en la revista virtual TWIC), en el que, lejos de honrar la memoria de Pachman, la denigraba.
Hablaba de su servilismo hacia la URSS (en tanto que comunista fanático)*, pero en concreto lo acusaba de haber amañado el match URSS-Checoslovaquia, en la Olimpiada de Tel Aviv (1964) para que los soviéticos conquistasen la medalla de oro.
Analicemos los hechos.
1. El match en cuestión se jugó en la 13ª y última ronda.
2. Después de doce rondas, la URSS tenía 34 puntos, seguida de Yugoslavia, con 29. Por tanto, la medalla de oro ya estaba garantizada.
3. Los resultados parciales del match URSS-Checoslovaquia fueron:
T1. Pachman-Petrosian. Tablas.
T2. Keres-Hort. Tablas.
T3. Kavalek-Stein. Tablas.
T4. Spassky-Jansa. 1-0.
4. Como Kavalek afirma que se enteró del amaño a posteriori, eso significaría que sus tablas fueron deportivas ¿o no?
5. La teoría de que las partidas se amañasen para conveniencia de los soviéticos en cuanto a la conquista de medallas individuales, tampoco se sostiene. Por entonces se concedían al mejor porcentaje de puntuación, con la única premisa de un mínimo de partidas. Veamos ahora en qué podían beneficiar a los jugadores soviéticos las tablas.
5.1. En el primer tablero, Petrosian fue el sexto, de modo que las tablas no le servían ni de lejos, y además, ¿es verosímil que tuviese que amañar nada con Pachman, que era cliente suyo habitual?
5.2. En el segundo tablero, Botvinnik (que no jugó el último match) fue tercero.
5.3. En el tercero la medalla de oro fue para Smyslov, que tampoco jugó.
5.4. En el cuarto tablero, Keres logró la medalla de plata.
5.5. Stein ganó el oro en el primer tablero reserva.
5.6. Spassky fue cuarto en el segundo tablero reserva.
5.7. Puesto que ganó, Spassky queda descartado.
5.8. Sólo quedan Keres y Stein. A Keres no le bastaron, porque aunque logró el mismo porcentaje que el alemán Pfleger, hizo menos puntos. Hipotéticamente, sería en este caso posible, pero ¿es verosímil que un Keres, con blancas, tuviese que apañar nada con Hort, que entonces tenía 20 años? En cuanto a Stein, debería descartarse por implicar al acusador, Kavalek.

La acusación de Kavalek parece muy rocambolesca y, desde luego, falsa. Si ya es poco digno atacar a quien no puede defenderse, calumniarle a su muerte es ignominioso.

*Luego se convertiría en fanático del polo opuesto, erigiéndose en paladín de la libertad checa, durante la Primavera de Praga.
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3 comentarios

  1. Antonio Gude 19:07, marzo 27, 2011

    En realidad, debí haber explicado la razón de esta entrada. Cuando murió Pachman, varios diarios importantes se hicieron eco de las declaraciones de Kavalek, sin tomarse la molestia de comprobarlas. Esa fue la razón. A alguno de esos periodistas les informé en su día del error, pero no se molestaron en corregirlo, admitiendo el suyo…

  2. Antonio Gude 18:30, marzo 27, 2011

    Gracias, Alfonso. Ciertamente, los libros de aperturas de Pachman no son admirables y el sentido crítico de Fischer sí que era implacable. Te contaré otra anécdota, que seguramente conoces. Un rico aficionado le pidió que le diese lecciones de aperturas, e insistió tanto que Fischer le dijo: «De acuerdo. Le daré ya la primera lección. Apréndase todas las líneas del ‘Modern Chess Openings’… y la segunda es que me las reproduzca en el tablero.»

  3. AL 18:11, marzo 27, 2011

    Impecable e implacable análisis. ¡Enhorabuena!

    En relación con la «conversión» de Pachman durante la Primavera de Praga, hace años escuché de un veterano y respetable ajedrecista esta anécdota, de cuya veracidad, naturalmente, no puedo responder. En cualquier caso, se non è vero, è ben trovato:

    Las autoridades checoslovacas encarcelaron a Pachman por su actividades «anti-soviéticas». Fischer, que por la época contaba 25 años, fue preguntado al respecto por un periodista. Su respuesta fue: «Bueno, yo creo que no se puede encarcelar a una persona por sus ideas políticas, pero… ¡tal vez haya sido por sus libros de aperturas!».

    Alfonso Vella