ajedrez, octubre 29, 2011

SEIRAWAN y su S-CHESS

Un nuevo ajedrez
Tras finalizar el Torneo del Casino de Barcelona, en el que Yasser Seirawan finalizó empatado, en el primer puesto, con Iván Salgado (aunque, en definitiva, fuese éste el vencedor), Ana Matnadze realizó una muy interesante entrevista al GM norteamericano para el Butlletí d’Escacs, de la que, con su autorización (gracias, Ana), sigue un breve extracto.
Seirawan habló, en un momento dado, de su «invento», el S-CHESS (AJEDREZ-S), una variante del ajedrez internacional. Pero dejémosle la palabra:


«AM: ¿Cuán bueno es usted en S-Chess? Cuéntenos algo más al respecto.

YS: El S-Chess (o Seirawan-Chess) es una idea conjunta entre Bruce Harper, un amigo y fuerte maestro de ajedrez de Vancouver (Canadá) y yo. Sucedió por accidente. Estaba visitando a Bruce y mientras nos encontrábamos en su cocina, preparando algo para comer, yo empecé a lamentarme acerca de la situación actual del ajedrez, concretamente, de los temibles avances que estaban produciéndose en la teoría de aperturas. Actualmente, es habitual que los jugadores de elite jueguen una línea teórica con veinte, o más, jugadas de profundidad. En una reciente partida, por ejemplo, Jakovenko introdujo una novedad (h2-h3) en la jugada 34, contra Gelfand. ¡Qué es esto, Dios mío! Me quejé a Bruce de que la posible «creatividad» en una partida entre dos jugadores de elite se había visto inexorablemente reducida, debido a los avances teóricos.
También me quejé de que, con negras y contra un oponente bien preparado, cada vez resultaba más difícil «crear juego» para lograr alguna posibilidad de victoria.
Mientras me lamentaba, no dejé de manifestar mi admiración por lo que Capablanca había llamado «el ajedrez de Capablanca», es decir, el que había creadocon piezas adicionales, que llamó ‘Mariscal’ y ‘Canciller’. Esas dos piezas tenían la fuerza de juego de torre y caballo en el primer caso y de alfil y caballo en el segundo. Capablanca creó un tablero de 10 x 10, que a mí no me convence. Sigo prefiriendo el tablero de 8 x 8. El Trinity Collegue de Dublín, por su parte, propuso un tablero de 10 x 8, que Capablanca aceptó, pues de otro modo los ejércitos están demasiado alejados. El ‘ajedrez de Capablanca’ nunca llegó a prender y no se ven muchas partidas de ajedrez en un tablero de 10 x 10 ¿o sí? Con todo, a mí me gustaban los movimientos de las nuevas piezas de Capablanca.
Bruce y yo comenzamos a pensar que la posición inicial del ajedrez era muy adecuada… perfecta, en realidad. Las piezas de Capablanca tendrían que permanecer fuera del tablero al comienzo de la partida y ser incorporadas al juego a medida que las piezas de la primera (última) fila son desarrolladas. Tal y como entendemos el ajedrez, no puede ser más natural que las piezas estén inicialmente situadas en casillas de la primera o última fila, protegidas por los correspondientes peones, y luego se movilicen y entren en juego. Comprendimos que ese momento era ideal para la incorporación de las nuevas piezas. Cada jugador tendría así ocho oportunidades de incorporar al juego las dos nuevas piezas. No habría ‘simetría’, pues ninguno de los jugadores estaría obligado a copiar las jugadas de su oponente. Eso significa que cada partida sería única. Así que, inmediatamente, nos entusiasmamos por nuestro descubrimiento.
Lo siguiente era renombrar a las piezas de Capablanca, es decir, pensar al respecto. ¿Qué significaban, exactamente, Mariscal y Canciller? Pensamos acerca de eso. En el caso de un «mariscal», está claro que es un general en jefe y en cuanto al «canciller», que era un estadista con un importante puesto en el gobierno. Reducir estas imágenes a una pieza de ajedrez era, sencillamente, confuso. De modo que tuvimos que volver a nombrar las piezas para crear imágenes identificables.
Una vez iniciado ese proceso, y recordando la historia del ajedrez, inmediatamente pensamos en un elefante. ¡El ajedrez debía tener un elefante! Puesto que tanto Bruce como yo pensábamos que la pieza con la capacidad de juego de torre y caballo era más fuerte que la pieza que jugase como alfil y caballo, a esa pieza la llamaríamos elefante.
En cuanto a la segunda pieza, que jugaría como alfil y caballo, la cuestión era más complicada. ¿A qué debería parecerse? ¿Qué imagen podríamos crear? Gracias a la forma de jugar del alfil, en cierto sentido podría decirse que éste «vuela» por el tablero. Así que esta imagen de pájaro es, por supuesto, universal, y algunos pájaros son increíbles depredadores. Me gustaba la imagen del águila, pero las águilas suelen ser aves de rapiña, que persiguen presas moribundas o muertas, de modo que nos inclinamos por el halcón.
Comenzamos entonces a jugar el nuevo ajedrez y descubrimos que era realmente fascinante. En serio, disfrutamos inmensamente con su práctica. Virtualmente habían desaparecido las tablas. Teóricamente, el nuevo ajedrez podría incorporar nueve halcones o nueve elefantes, puesto que los peones podrían promoverse en cualquier pieza, excepto, naturalmente, el rey.
Lo más importante es que nada, en el nuevo ajedrez, tendría que cambiar al antiguo: el mismo tablero, los mismos ejércitos, sólo la adición de cuatro nuevas piezas, dos por cada bando.
Bruce y yo decidimos encargar la fabricación de juegos con estas piezas, y nos pusimos manos a la obra. Actualmente estamos un tanto bloqueados, por el hecho de que el nuevo juego no pueda practicarse aún en Internet. Una vez que lo consigamos, estoy seguro de que el nuevo ajedrez se hará increíblemente popular.
Por último, ¿cómo llamar al nuevo ajedrez? Está claro que es un derivado del ajedrez de Capablanca, pero tanto Bruce como yo nos sentíamos incómodos por usar (o atrevernos a usar) el nombre del admirado campeón. Me gustaba ‘Sharp Chess’ (Ajedrez agudo), que además era un apócope de nuestros apellidos (Seirawan y Harper). Quisimos registrarlo, pero descubrimos que la cadena de los Sharp Stores había registrado ya un ‘Sharp Chess’… A medida que Bruce y yo seguimos tratando de idear un nombre apropiado, pudimos comprobar que todo tipo de nombres había sido ya registrado, por ejemplo, ‘Animal Chess’ lo había sido por Disney. Así que nos quedamos atascados.
Lo peor fue llegar a la conclusión de que no había nada adecuado para nuestro ajedrez y, para evitar convertirnos en objetivos de una eventual denuncia, decidimos, inicialmente, llamarlo ‘Seirawan Chess’, que acabamos reduciendo a ‘S-Chess’. En el futuro quisiéramos convocar un concurso para su futuro nombre, cuando se haga más popular. Por otra parte, no me siento cómodo con la denominación ‘S-Chess’, por la sencilla razón de que omite por completo a Bruce.»

Una idea similar a la que nos contó el MI Daniel Rivera (que circula por Internet), según la cual un coronel proponía añadir dos nuevas piezas, un submarino y un avión, muy acordes, al menos, con su profesión. Lo que no recuerdo ya son los detalles de cómo se incorporaban las piezas. Sé que tenían algo que ver con la formación o cadenas de peones. Pero tampoco me importan mucho, porque la propuesta me parece descabellada.
Para empezar, el hecho de que unas piezas deban mantenerse fuera del tablero (aunque sólo sea durante unos movimientos) resulta ya sospechoso. ¿No será que no caben en él? Recordemos, por ejemplo, lo que Korchnoi dijo (a propósito de su partida con Germán, en el Interzonal de Estocolmo 1962), en el sentido de que dos damas (suyas) se estorbaban en el tablero. ¿No crean tantas piezas y tanta fuerza de juego, en un mismo tablero de 8×8, una suerte de redundancia?
Bueno, una innovación más de las muchas que ha (o habría) vivido el ajedrez a lo largo de su historia. Hasta ahora, podemos felicitarnos por todas las innovaciones introducidas en nuestro ajedrez: los nuevos movimientos de alfil y dama, el enroque, que le dieron vivacidad adicional al juego, sin por eso atentar a su espíritu. ¿Podríamos decir lo mismo, en este caso?
Pero recordemos que no todas las innovaciones son buenas. No sólo en ajedrez, sino en cualquier aspecto de la vida. Por ejemplo, y hablando de deportes: ¿es mejor jugar los partidos de fútbol a las diez u once de la noche, o ahora a las doce del mediodía? Naturalmente que hay razones comerciales o de divulgación, pero eso no resta legitimidad a la pregunta.
Si hubiésemos hecho caso a cada innovación propuesta en ajedrez, ahora mismo éste tendría mil caras y variantes: piezas con los nombres más exóticos, tableros gigantescos (y que me perdone Capablanca, pero su idea me parece absurda).
Creo que unos cuantos ajedrecistas tendrían algo que decir al respecto, entre ellos Catulo.
Mi iimpresion se desprende ya de las líneas anteriores: esta propuesta no me interesa en lo más mínimo: sigo creyendo en la perfección del ajedrez, tal y cual ahora lo jugamos.
Parece que muchos grandes jugadores, cuando llegan a la madurez, y les cuesta concentrarse en la evolución teórica, o bien se refugian en esquemas rutinarios, o bien proponen una variante azarosa (como en el caso de Fischer, el ajedrez 960 o random-chess, que sí ha prendido, más incluso de lo que cabría esperar).
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13 comentarios

  1. Antonio Gude 20:47, noviembre 06, 2011

    Anónimo: Vaya por delante que me alegro de que disfrutes, y mucha gente como tú, con el 960. Recuerdo que Javier Carpintero siempre invitaba a jugar a ese ajedrez. Todos son juegos: si a uno le gusta, ¿por qué no? ¿Cuántas variantes hay del ajedrez? Un día, un señor mejicano envió a Ed. tutor una memoria importante, llena de detalles sobre un ajedrez nuevo: el ajedrez Durango. Lo interesante del caso es que afirmaba rotundamente: «esta modalidad acabará con el ajedrez convencional.» ¿Dónde está el ajedrez Durango? ¿Cuántas propuestas no se han producido desde entonces? Creo que la única variante que ha tenido expansión es el 960, y creo que también que es posible que Fischer, que en su fuero interno era alguien muy íntegro, lo propusiese honestamente para acabar con la monotonía teórica de las aperturas (de la que, por cierto, él había estudiado como nadie). Según Bronstein, nadie había estudiado en mayor profundidad la teoría de aperturas. Así ¿dónde estamos?

  2. Anonymous 20:40, noviembre 06, 2011

    La idea de búsqueda de nuevos horizontes si me parece acertada. Creo que la idea es romper la monotonía. No quise decir que el ajedrez estándar me pareciera poco atractivo, me encanta. Es solo que a veces siento una sensación de cierta monotonía. Quizás mi actual predilección por el ajedrez 960 se debe a un sentimiento de nostalgia, me siento como cuando era un novel y me sentaba delante del tablero sin apenas conocer movimientos de apertura de memoria, esa sensación de estar en territorio desconocido y en cierto modo recuerdo de la juventud.

    En este sentido me gustaría que el ajedrez 960 se extendiera, sobretodo a nivel de torneos, y con un rating oficial. Esto no significa que opine que deba acabarse con el ajedrez convencional, es una cuestión de si te gusta más que haya una teoría de las aperturas bastante establecida o te gusta más prescindir de ella. En el ajedrez convencional prescindir de la teoría de las aperturas establecida supone quedar en cierta desventaja y el ajedrez 960 me parece una buena solución para este punto. Pienso que ambas modalidades pueden llegar a coexistir cada una con sus respectivas clasificaciones y torneos.

  3. Antonio Gude 12:53, noviembre 06, 2011

    Anónimo: No autoengaño, pero tal vez sí autodefensa, búsqueda de nuevos horizontes cuando en aquellos en que te mueves han dejado de ser estimulantes. Tú lo has dicho: la incorporación de nuevas piezas (¿cuántas propuestas así ha habido, sólo en el s XX?) es, de por sí, sospechoso y artifical. Celebro que te guste el ajedrez 960, pero a mí y a mucha gente, el ajedrez actual, internacional, sigue pareciéndonos atractivo e inagotable.

  4. Anonymous 11:39, noviembre 06, 2011

    Yo no creo que tal propuesta sea debida a autocomplacencia o autoengaño. Seirawan es un GM de mucha categoría. Yo creo que es cierto que existe un problema con el desarrollo de la teoría actual provocada por los ordenadores y especialmente las bases de datos electrónicas (no cargo contra ellos me parecen magníficos compañeros que nos ayudan a los aficionados y amateurs a entender las partidas magistrales), en la última década ha cambiado mucho el panorama de las aperturas y en cierta forma si que creo que han acotado la creatividad puesto que un movimiento creativo pero algo especulativo apenas sirve para más que una partida, el ordenador encuentra la refutación y además se distribuye.

    Añadir figuras no me acaba de convencer, pero en cambio el ajedrez 960 o de fischer si. Para empezar multiplica por más de 900 la posible teoría de las aperturas haciéndola más inaccesible a la mente humana. Las partidas serian más frescas, más innovadoras desde un principio. Lo mejor de todo es que no desvirtúa el ajedrez, siguen existiendo los temas estratégicos y tácticos típicos y los finales. Sino práctico el ajedrez 960 es porqué aún esta muy poco extendido, pero personalmente creo que es la solución en el futuro y que sería muy bueno para el espectáculo.

  5. Catulo 20:48, octubre 30, 2011

    A veces un cambio de reglas puede suponer una mejora. Como cuando Euwe demostró que las tablas por repetición de jugadas no eran del todo exactas y que era mejor basarse en la triple repetición de posición. Pero no nos engañemos, la mayoría son quimeras.

  6. Antonio Gude 19:50, octubre 30, 2011

    A Catulo, bis.
    He dicho «defendería» y debería haber dicho «consideraría»…

  7. Antonio Gude 19:20, octubre 30, 2011

    ese es el margen que deberíamos reservar para «posibles» (y pequeñísimas) modificaciones, como las que llevaron al enroque y los nuevos movimientos de dama y alfil. Pero si te fijas, yo sólo defendería modificaciones que tienen que ver con lo ya existente en el tablero: ni ampliaciones, ni nuevas piezas, ni pases de magia de ningún tipo…

  8. Catulo 19:12, octubre 30, 2011

    Ese 1 % me inquieta terriblemente…

  9. Antonio Gude 10:46, octubre 30, 2011

    Gracias, Catulo, por tus siempre interesantes reflexiones y comentarios, que, en este caso, comparto al 99%. Saludos.

  10. Catulo 10:10, octubre 30, 2011

    El ajedrez es un juego axiomático. Si cambiamos los axiomas, lo cambiamos todo. Hay muchos otros juegos para entretenerse si el ajedrez les aburre, pero fraccionar el ya de por sí débil ajedrez en variantes mutágenas es ir al suicidio o al caos.
    Normalmente estas propuestas vienen de profesionales de ajedrez que ya no están en la cresta de la ola y prefieren creer que pierden partidas por la preparación de sus rivales más trabajadores, como si jugando sin teoría ellos tuvieran que imponerse por la cara bonita o un talento sobrenatural.
    Pueden dedicarse al shogi si se aburren. No hace falta inventar nada.
    Además hay un problema. Cualquier juego es como un idioma. Debe ser conocido por los implicados pero si inventamos uno, lo más probable es que nadie conozca ni quiera conocer nuestro engendro frankensteniano. Para entretenerse es mejor pasarse a un juego ya conocido. ¿Cuánta gente habla el esperanto? No mucha, la verdad.

  11. Pau 19:48, octubre 29, 2011

    Realmente una tonteria, el ajedrez sta bien como esta, el que no le guste, que juege al parchis o la petanca y deje de lamentarse.

  12. Antonio Gude 19:17, octubre 29, 2011

    Pero lo cierto es que no me parece puro capricho, sino que obedece a una razón (es mi opinión, claro): que al no poder seguir el hilo al ajedrez actual, con su sofisticadísimo nivel analítico y teórico, determinados profesionales comienzan a buscar alternativas, algo así como el ¡sálvese quien pueda! Saludos.

  13. luis 19:10, octubre 29, 2011

    Este es un tema ya cansino: gente que pretende reinventar el ajedrez. En fin, lo dicho, ya cansan…