Siempre me he manifestado contrario a la inyección artificial de tiempo en cada jugada, propuesta por Bobby Fischer en su día (cuando ya llevaba retirado un considerable tiempo y seguramente pensaba paliar así sus eventuales problemas). De esta forma se obviaban prácticamente el 99% de los apuros de tiempo, puesto que si haces una jugada recibes 30 segundos adicionales, en las partidas «normales» de competición, es decir, no rápidas.
Se me ha dicho que hay que adaptarse a los nuevos tiempos… Bueno, aquí «tiempo» y «tiempos» son conceptos diferentes. ¿Qué tienen que ver los nuevos tiempos con el hecho de que el tiempo es irreversible? ¿Y qué si un jugador no puede dar mate porque se le cae la banderita? ¿No está eso en la naturaleza del juego? Si eso sucede es porque el jugador no lo aplicó bien antes.
En cualquier caso, yo soy un manifiesto opositor a ese tiempo inexistente que se añade en el reloj del jugador cuando éste realiza una jugada.
Ahora leo una interesante carta del MI Michael Basman, en la revista CHESS (nº 76, noviembre 2011, pág. 7), a propósito del torneo de Bilbao, la puntuación, etc. Lo que a mí me interesa es la reflexión final del citado MI (conocido por su espíritu inquieto e inconformista y actualmente importante promotor de torneos infantiles masivos en el Reino Unido). Reproduzco ese párrafo:
«La decepción mayor del torneo fue el blandengue desenlace. Si esperábamos un dramático Blitz entre Carlsen e Ivanchuk… ¿qué obtuvimos a cambio? Debido a la política de añadir segundos en cada jugada, nadie cae en apuros de tiempo y las partidas simplemente se encaminan hacia el desenlace previsto. Así termina el torneo, no con un estallido, sino con un gemidito. Bobby Fischer, que fue quien inventó este sistema para el control del tiempo, llevaba veinte años sin jugar, porque no podía soportar ya las tensiones de la competición. Los jugadores de ajedrez, una vez más, están tirando piedras contra su propio tejado en lo que respecta a promocionar el ajedrez como un deporte espectacular, con la incorporación de estos lamentables límites de tiempo Fischer…»
No podría estar más de acuerdo, pero me gustaría conocer vuestra opinión. Está claro que la inyección artificial de tiempo reduce casi a cero los apuros de tiempo, y el concepto esencial, desde mi punto de vista, es que no puede añadirse un tiempo que no existe.
+
Antonio Gude 12:27, noviembre 18, 2011
Alfonso. Intersante e inteligente aportación. Gracias por darme un valioso tema de reflexión (sin reloj…)
Alfonso 12:11, noviembre 18, 2011
¿Para qué se introdujeron los relojes de ajedrez? Yo diría que para que las partidas no duraran demasiado, no para añadir el elemento de «administración de tiempo» a un juego que en realidad no lo necesita. Puesto que por motivos técnicos no había una manera equitativa y sencilla de repartir el tiempo entre ambos jugadores más que dándolo todo al principio de la partida, el hecho de administrar ese capital se convirtió con el paso de los años en un elemento del juego (la famosa decimoséptima pieza), cosa que no era en un principio, ni tiene necesariamente por qué serlo.
De hecho, lo que se hace ahora es otorgar un tiempo para cada uno de los movimiento, pero con la oportunidad de acumular el tiempo no gastado en las anteriores jugadas. A mí me parece un sistema muy natural (incluso dando 3 minutos por jugada y cero minutos de «capital inicial», lo cual podría afectar a la forma en que se juegan las aperturas)
En última instancia, entiendo que la valoración que hagamos de este asunto depende de la importancia que demos al elemento «drama»…Yo considero que las partidas se disfrutan cuando se leen a posteriori, más que cuando se ven en directo (aunque confieso que esto último tiene su atractivo). Y realmente, cuando leo el comentario de «en apuros de tiempo, las negras dejan escapar la oportunidad de…» me queda una sensación de desconsuelo pasivo, y no de adrenalina derramada dramáticamente. Pero soy consciente de mi gran subjetividad aquí.
Antonio Gude 16:18, noviembre 17, 2011
Alfonso. No me cuento entre esos periodistas que dices y tengo tendencia a renegar de las partidas rápidas (que, por otro lado, me gusta jugar), que no me parecen la expresión ideal de nuestro juego. Disiento en cuanto a la inyección de segundos adicionales, porque la velocidad de juego «normal» (2 horas o más) supone que el jugador debe administrar racionalmente su tiempo, y si cae en apuros, pues éstos forman parte del drama de la partida.
Alfonso 16:14, noviembre 17, 2011
Una pensamiento casi común que me sorprende entre los periodistas de ajedrez es su idea de que hacer varias jugadas por segundo puede atraer a la gente hacia el ajedrez. No conozco a nadie que se haya acercado al ajedrez por ese motivo, y realmente dudo que eso parezca atractivo a quien no sabe nada del juego. En cuanto a mí, cada vez que veo publicada en una revista o en un informator una partida rápida, simplemente me la salto.
Ahora que la técnica posibilita añadir esos segundos adicionales al reloj, se eliminan los apuros de tiempo salvajes, que realmente no veo en qué benefician al ajedrez. ¿Realmente podemos decir que la calidad del ajedrez en Bilbao fue buena? ¿Merece la pena analizar partidas que sabemos que se decidieron en segundos,y por culpa de errores groseros?
Javier 12:13, noviembre 16, 2011
Estoy con Jose, un mal necesario pero que entorpece la belleza del ajedrez
José 00:07, noviembre 16, 2011
Yo creo que el reloj en ajedrez solo es un mal necesario para que no se eternice la partida, no lo considero parte del espíritu de nuestro querido juego.
No le veo la gracia a conservar en mi base de partidas, una que gané porque se le cayó la bandera a mi contrincante, que tenía cuatro peones más que yo y posición absolutamente ganada.
No sería una partida para pasar a la posteridad.
Creo que la brillantez en el ajedrez no es igual a tener apuros de tiempo.
Martina 23:17, noviembre 15, 2011
Muy interesante su reflexión, estiy de acuerdo con usted maestro,.
Anonymous 21:53, noviembre 15, 2011
Estoy 100% de acuerdo con abolir estos 30 segundos adicionales.
Jairo
Antonio Gude 18:00, noviembre 15, 2011
A Saul. Gracias por tu aportación. Comprendo que a muchos jugadores les convenga esta forma de regular el tiempo. Puesto que se ha oficializado en prácticamente todas las competiciones, hay que suponer que la mayoría está conforme con el sistema. Saludos.
saul 17:16, noviembre 15, 2011
Antes que nada un saludo cordial y reconocimiento por su contribucion al ajedrez, he visto muchos libros y revistas en los que usted ha colaborado. En esta ocasion no comparto su opinion debido a que a mi se me dificultan bastante los apuros de tiempo y he perdido muchas partidas por lo mismo mas que por malas posiciones o errores en la partida, y probando con la modalidad de incremento he podido combatir con jugadores de mucho mayor nivel que el mio, y ademas me ha permitido en mi caso que soy aficionado, y que casi no puedo competir en torneos por que debo cumplir con mi trabajo de Lunes a Viernes, el jugar mas partidas de finales que sin el incremento la mayoria de las veces no pasaban de las jugadas 40 a 50, en mi caso ha sido muy positivo el usar el incremento en el relog, en los pocos torneos que he participado no ha sido tan relevante el incremento pues ahi disponemos de suficiente tiempo, por ejemplo hablemos de 2 horas por jugador.
Antonio Gude 16:22, noviembre 15, 2011
Una opinión original, Elez. Se ve que te gusta el análisis, así que el ajedrez es lo tuyo.
elez 16:05, noviembre 15, 2011
yo creo que se tiene que jugar sin reloj , las mejores partidas que estoy jugando(digo mejores no necesariamente son las que gano)son las que se nos cae la bandera y la partida dura una hora mas,y a veces incluso te pones a analizar la posicion con tu rival, por que no esperas que se equivoque , esperas descubrir la jugada o la combinacion perfecta, esperas no dejar nada al aire, pero claro esto no tiene nada que ver con una competicion, y en ese caso estoy de acuerdo en que se le debe dar emocion al juego.