1.1.3 La planificación y preparación del ataque
¿Cuándo debe ponerse en marcha un ataque? ¿Cuándo se considera que la posición está preparada para que tenga éxito?
La primera condición para poder responder adecuadamente a una pregunta es que la pregunta se plantee de forma correcta. Pondré un ejemplo. Si en una posición de apertura de la Siciliana, el jugador que tiene las piezas blancas puede sacrificar un alfil o un caballo en e6 y, orgulloso de su posición, se pregunta: ¿Qué pieza debo sacrificar en e6, el caballo o el alfil? Esta pregunta está perfectamente planteada, pero es una pregunta incorrecta. ¿Por qué? Porque la pregunta debe ser: ¿Está justificado sacrificar pieza en e6 y, si es así, cuál debo sacrificar?
Aprender a interrogar a la posición es el primer paso para responder a la pregunta que nos interesa: ¿debo o no atacar?, ¿puede o no atacar nuestro rival?
Pero la propia posición se construye desde el primer movimiento. El estilo del jugador y su preparación teórica le dictan qué esquemas trata de plantear en el tablero, pero en todo caso y aun considerando que las normas y principios clásicos en ajedrez están poco menos que muertos, existen leyes (escritas y no escritas) sobre el comportamiento de las piezas en el tablero. Entendemos que la partida de ajedrez está integrada por tres elementos principales:
- Material
- Estructura
- Espacio
Por material entendemos el conjunto de efectivos de un bando y su relación con los del otro (ventaja, igualdad, inferioridad material).
Por estructura entendemos no sólo la convencional estructura de peones (que, por supuesto, es importante) sino la interrelación entre piezas y peones de un mismo bando, las características posicionales, la actividad y capacidad de movilización de las distintas piezas.
Por espacio entendemos la absorción racional de un campo de juego adecuado para actuar. Si cada mitad del tablero corresponde a cuatro filas enteras, cada bando no debería disponer de menos de 32 casillas dominadas.
Estos tres elementos prevalecen a lo largo de todo el juego, pero los elementos espacio y estructura son más importantes en la fase que nos ocupa, la salida de la apertura, su conexión con el medio juego, y el medio juego propiamente dicho.
Quisiera hacer una precisión en relación con el concepto estructura. Ya he dicho qué entiendo por estructura, pero puedo resumir la definición: la formación general de piezas y peones de un bando. ¿En qué se diferencia, pues, de posición? Una posición es la situación general que ofrece el tablero en un momento dado de la partida. Estructura sólo se refiere a la posición de un bando. Por otro lado, si en un momento de la partida avanzamos el peón de c2 a c3, la posición es distinta de la anterior, mientras que la estructura sigue siendo, en esencia, la misma.
¿Qué factores se barajan a la hora de poner en marcha un ataque?
En primer lugar, estar en posesión de la iniciativa. La iniciativa consiste en llevar la voz cantante, el mando de las acciones, aunque eso no signifique una ofensiva en regla. Puede estar propiciada por un mejor desarrollo, mayor espacio y, en general, la capacidad de uno de los bandos de crear amenazas, aunque éstas no sean importantes. Los factores que debe pasar a examen el jugador que esté planteándose poner en marcha un ataque, son de este orden:
- Seguridad de ambos reyes
- Debilidades en el entorno del rey contrario
- Puntos fuertes, puestos avanzados
- Piezas activas
- Concentración de piezas sobre el rey enemigo
- Capacidad de movilización de las piezas mayores para un ataque directo
- Dominio espacial
- Coordinación de las piezas propias y de las contrarias
Aparte de estos y otros factores en que cada uno de los relacionados puede desmenuzarse casi ad infinitum, debe existir en el jugador la conciencia clara de su superioridad posicional o de que su estructura contiene elementos fundados para desencadenar el ataque.
Los grandes jugadores clásicos hicieron un enorme esfuerzo por sistematizar el estudio del ajedrez, por dotarlo de un contenido científico. Así surgió la noción de plan. Según Lasker, «el plan posee una amplitud y profundidad notables y, mediante una preparación lenta y metódica, configura la posición.»
Poner en marcha un ataque significa optar por un plan, pero hoy, mucho más que ayer, la realización de ese plan se enfrenta a obstáculos y dificultades considerables. La razón es que los jugadores actuales no atacan sin orden ni concierto, y cuando se defienden saben cómo tienen que hacerlo, con jugadas enérgicas, y esperando, agazapados, cazar al vuelo cualquier posibilidad que se les presente de contraatacar.
Los tan cacareados principios clásicos de apertura son, las más de las veces, impracticables, a causa del dinamismo y los continuos problemas técnicos que nuestros rivales nos plantean ya en plena apertura. Así, cosas como «desarrollar una pieza en cada jugada», «enrocar rápidamente», «no avanzar peones», «responder a todo avance de flanco con una reacción central», etc., están muy bien para principiantes, pero apenas tienen aplicación en el torneo nuestro de cada día. Son excesivamente académicos y no demasiado útiles.
Naturalmente, desarrollar el máximo de piezas en la apertura con la mayor economía de tiempo posible sigue siendo un principio sano, lo mismo que ocupar el centro con peones. El problema es cuando se establecwen directrices generales, porque las excepciones son tan numerosas que las invalidan.
(…)
(continuará)
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