Mucho antes de la era cristiana existían en el noroeste de la India y en el valle del Ganges diversos juegos de tablero. Lo sabemos gracias a obras sánscritas en las que se usaban determinadas palabras para referirse a superficies o tableros sobre los que se practicaban juegos. La más frecuente de esas palabras es phalaka, un término genérico para designar un juego de tablero, pero que en sí mismo no aporta información acerca del tipo de juego de que se trata.
Pero hay otro tipo de tableros cuya forma sí se describe. Según Murray (1), «hay dos palabras de este tipo: ashtapada, que significa un tablero cuadrado de 64 casillas, con 8 filas de 8 casillas cada una, y dasapada, que define a un tablero de 100 casillas, con 10 filas de 10 casillas. Estos tableros se empleaban para una forma de juego más complicado, en el que el uso de los dados se combinaba con un juego sobre el tablero. Ambos términos parecen ser usados también para designar los mismos juegos que tenían lugar en dichos tableros.»
El significado de la palabra ashtapada lo define Patañjali, al comentar el Mahabhasya, la gramática de Panini, escrito en la segunda mitad del siglo II a.C.: «un tablero en el que cada línea tiene ocho casillas». Como no hay otras referencias a colores alternados, los historiadores han concluido que el tablero no era damasquinado, como todos los demás juegos originarios de Asia.
El cingalés Sann (2) (siglo X d.C.) afirma que el ashtapada y el dasapada se jugaban con dados y piezas (poru, de purisa = piezas).
El juego del ashtapada también es condenado en una antigua obra brahmán, el Sutrakrilanga. En esta obra se nos dice que el brahmán devoto no debería aprender a jugar al ashtapada, no debería hablar de nada prohibido por la ley, un hombre sabio debería abstenerse de luchas y peleas.
Por más énfasis que diversas culturas y religiones hayan puesto en los perjuicios de los juegos de azar y en las prohibiciones de la legislación, como en el Código de Manu (3), resulta evidente, por toda la literatura sánscrita, que el juego de dados ha sido en todo tiempo la principal distracción de la India. En el Mahabharata, por ejemplo, se cuenta que Nala y Yudhishthira pierden hasta sus propios reinos jugando a los dados. Existe, igualmente, el testimonio del historiador árabe al-Masudi quien (hacia 950 d.C.) traza un cuadro espeluznante acerca de la propensión al juego de los indios. Escribe acerca del uso del marfil:
Pero con mucho el uso más frecuente del marfil es para la manufactura de piezas de ajedrez y de nard. Algunas de las piezas son figuras de hombres o de animales, de un palmo de alto y de grueso, o incluso más. Durante el juego, un hombre permanece de pie, sobre todo para trasladar las piezas de una casilla a otra. Cuando los indios juegan al ajedrez o al nard, apuestan bienes o piedras preciosas y cuando se da el caso de que un jugador haya perdido todas sus posesiones, puede llegar a apostar uno de sus miembros. A este fin, se coloca entre los jugadores una pequeña vasija de cobre sobre un fuego de leña, en la que se hierve un ungüento rojizo característico del país, que tiene la propiedad de cicatrizar las heridas y coagular el flujo sanguíneo. Si el hombre que apostó uno de sus dedos pierde, se lo cortará con una daga, sumergiendo luego su mano en el ungüento para cauterizar la herida. A continuación, vuelve a jugar. Si la suerte le sigue siendo adversa, sacrificará otro dedo y, a veces, un hombre que ha seguido perdiendo ha llegado a perder sucesivamente todos sus dedos, la mano, su antebrazo, el codo y otras partes del cuerpo. Tras cada amputación, el hombre cauteriza la herida con el ungüento, que es una curiosa mezcla de ingredientes y drogas de extraordinaria eficacia. La costumbre de que he hablado constituye un hecho notorio (4).
El ashtapada también se menciona en el Balabharata, de Amarachandra, al relatar una partida entre Sakuni y Yudhishthira, en la que se emplean dos dados (respectivamente, rojo y negro) y cada jugador tiene un ashtapada sobre el que arroja su dado. El juego se disputaba con piezas (sari), de las cuales la mitad eran rojas y la otra mitad negras. Seguramente se trataba de un juego de carreras, de los muchos que en la India existían, como el pachisi (antecedente del parchís) y el chaupur, que se juegan sobre un tablero con cuatro ejércitos o bandos.
El principio fundamental de todos estos juegos es prácticamente el mismo. Las divisiones o puntos del tablero forman una ruta a lo largo de la cual las piezas (llamadas caballos o perros) (5) se juegan conforme a las tiradas de dados.
Una última observación de Murray, que nos parece pertinente: «El juego del ashtapada era, creo, muy similar al moderno gavalata. Si competían dos jugadores, cada uno situaba sus piezas en lados opuestos del tablero; si eran cuatro, cada uno los situaba en una banda. Las casillas marcadas con una cruz eran ciudadelas, o casillas en las que una pieza era inmune a la captura.»
La primera versión del ajedrez puede haberse producido cuando un hindú concibió un juego de guerra, adaptando el tablero del ashtapada como un conveniente campo de batalla, y el hecho de que le haya dado un nuevo nombre, chaturanga, demuestra que el juego no guardaba conexión con aquél de cuyo tablero se sirvió. El significado de esta palabra es transparente. Está compuesta de otras dos, chatur (cuatro) y anga (miembros), con la significación literal de cuatro miembros o cuatripartito. Parece estar claro que la palabra chaturanga se convirtió, en sánscrito, en el nombre épico regular para el ejército.
Lo que se quería significar con cuatro miembros del ejército indio es perfectamente obvio. En el Ramayana, el Mahabharata y el Amarakosa, se llama expresamente al ejército hasty-ashwa-ratha-padatam, es decir, el conjunto de elefantes, caballos, carros y soldados de infantería. Esa era la composición regular del ejército indio y ya las crónicas griegas de la invasión del noroeste de la India por Alejandro Magno, en el 326 a.C., señalan que el ejército de los Pauras estaba compuesto por 30.000 soldados de infantería, 4.000 de caballería, 200 elefantes y 300 carros. Y en el Nitisara de Kamandaki (una obra sociopolítica, que data de los primeros siglos de nuestra era), se afirma que el ejército está compuesto de elefantes, carros, caballos e infantería, y comenta el terreno más adecuado para la evolución de cada uno de estos cuerpos. El autor estima que un jinete equivale a tres soldados de infantería, y el elefante y el carro equivalen a cinco jinetes.
(1) H. J. R. Murray, A History of Chess, Oxford University Press, 1913 (p. 30). En adelante, toda alusión a Murray se refiere a este libro preciso.
(2) Comentarista del Brahma-jala Sutta, o Diálogos de Buda, uno de los primeros documentos budistas.
(3) También conocido como Leyes de Manu, y cuya antigüedad está datada entre el s. II a.C. y el I d.C.
(4) De la versión francesa de Muruj adh-dhahab (Las praderas de oro), Barbier de Meynard, París, 1864.
(5) Es curioso que esta misma palabra, perros, se emplease también en castellano para «piezas» de diversos juegos, incluido el ajedrez, aunque haya caído en desuso.
Juan Bruno Carciofi 01:03, diciembre 09, 2016
La nota es muy buena y bien documentada como nos tiene acostumbrado nuestro amigo Antonio Gude . En realidad, no pudo saberse como era ese juego sobre el tablero de ashtapada.-
oscar cuasnicu 19:09, diciembre 08, 2016
excelente aporte, ya había leido varias de tus aseveraciones, incluso algunas más en libros sobre manuscritos de investigadores del siglo 13 dc. en España, por favor continúa con tus publicaciones que serán siempre esclarecedoras. felicitaciones
agude 21:34, diciembre 08, 2016
Muchas gracias, maestro.