Un libro único
La posición del diagrama se produjo en la partida Donner-Milic, del match Holanda-Yugoslavia (1950), después de 35 Txe5. Donner la comentó así en el artículo citado (Acerca de la justicia en ajedrez): «En una posición como ésta, un jugador decente se rendiría. Pero las negras no lo hicieron y consiguieron tablas, de modo que estoy tan avergonzado que no incluiré el resto de la partida.»
Hay un increíble número de artículos interesantes, por no decir que todos ellos lo son: opiniones fuertes, drásticas, excesivas… ¡Donner en su elemento o en su salsa!
Había escrito ya muy elogiosamente sobre Bobby Fischer, acerca de su brillante actuación en el Torneo de Candidatos de 1959 (y en 1962 le había ganado en la Olimpiada de Varna), pero en 1964 publicó un texto muy breve y curioso, Bobby y yo, que comienza así:
Con la opinión de Bobby Fischer de que en ajedrez no se trata de puntos y títulos accidentales, estoy plenamente de acuerdo. Tanto más cuanto que me he sentido desagradablemente sorprendido por el hecho de que este joven colega exhiba tanta lucidez en ese solo aspecto. Pues cuando se le pide que mencione a los diez mayores artistas del ajedrez de todos los tiempos, ¡parece olvidarme por completo!
(…)
No entiendo cómo Elsevier, una revista de calidad, ha podido publicar su artículo. Relacionar a zoquetes como Chigorin y Steinitz y excluirme a mí. ¡Cómo se atreve el mocoso!
En abril de 1968 publicó el artículo Palma de Mallorca, sobre el torneo internacional de aquel año en la capital balear. Con un estilo inspirado, hace breves descripciones del entorno y de algunos personajes, para centrarse en su propia psicología y emociones:
Cuando me levanto, inmediatamente recuerdo que tengo que jugar con Smyslov, y me doy cuenta de que son ya las cuatro menos cuarto. Los rusos me resultan difíciles. No entiendo por qué, pero nunca le he ganado a ninguno, y para mí, Smyslov es el más difícil de todos.
(…)
La partida contra Smyslov comienza a las cuatro. El árbitro pone en marcha el reloj. El tiempo en que nos encontramos es ahora diferente.
(…)
En Palma todo salió mal. Las partidas que deberían haber finalizado en tablas las perdí. Las que debía haber ganado acabaron en tablas. A veces, perdí un punto entero en una sola jugada. Debí haberme anotado cinco puntos y medio más, y en el mundo de lo que pudo haber sido y no fue habría ganado, por tanto, el torneo, puesto que Larsen, el vencedor, sumó 13 puntos, por mis 8. Pero esta discrepancia entre lo real y lo potencial es la prueba de que algo fue mal. Sí, todo fue mal, pero no aquella tarde, ni aquella noche contra Smyslov. La lucha se prolongó durante nueve horas, reanudándose al día siguiente, pero al final gané. Era al comienzo de la competición y quizá mi propio asombro me impidió un mejor rendimiento durante el resto del torneo.
En 1968 un grupo de jóvenes inconformistas, encabezados por Jan Timman, descontentos con la Federación Holandesa y su revista, ‘Schakend Nederland’, fundaron ‘Schaakbulletin’. Tan pronto como Donner se incorporó como colaborador (tres años después), el número de suscripciones aumentó de forma considerable. Su primer artículo lo tituló Dulce cosita, una especie de oda al peón de torre, en el que comentaba la partida Donner-Velimirovic (La Habana 1971). Después del diagrama siguiente, que refleja la posición final de la partida, los comentarios concluyen con esta carta:
Querido peón de a5:
Dulce cosita, no eres más que un peón de torre, apenas controlas una casilla. Eres tan insignificante, casi nada y, sin embargo, durante toda la partida has estado ahí, en tu puesto, porque sabías que todas mis esperanzas estaban depositadas en ti y también todos mis temores. (…) La gente creía que yo pensaba en el orgulloso peón de d5, pero tú y yo sabemos que pensaba en ti, y nada más que en ti.
(…)
Adelante, la gloria nos espera, a ti y a mí, en a8.
Gracias, dulce cosita, te amo
Tu Rey
Durante los catorce años en que colaboró con ‘Schaakbulletin’, además de sus brillantes artículos, Donner insultó a diestro y siniestro a sus colegas compatriotas. Hasta podría decirse que si alguien no había sido insultado por Donner es que no había significado nada para el ajedrez holandés.
En una de sus reflexiones públicas, nuestro hombre comenta que el profano se interesa por saber qué piense un jugador profesional, sentado ante el tablero. Llegó a pensar en escribir un libro comentando dos partidas tan sólo, pero desmenuzando ideas, variantes, pensamientos y emociones, jugada a jugada. Dice que para comentar así una de esas partidas necesitaría al menos 200 páginas.
En el artículo Vergüenza habla de los errores o, más precisamente, de las emociones provocadas por esos errores, de qué significa perder para el ajedrecista:
Al jugador de ajedrez que ha perdido su partida… ¿quién podría describirlo? Lo he visto incapaz de moverse. El público se ha ido, las luces están apagadas, y él sigue, rígido, en su silla, mirando a un tablero vacío, porque se le escapó Ag2. Un caso de absoluta petrificación, con mirones deambulando en torno y susurrando. Le he visto pedir que le castiguen en un lenguaje blasfemo. Olvidó Ch5, y por ello exige la total aniquilación de su ser. Desprecia brutalmente las palabras de consuelo, pide insultos y condenación. Poseído por el horror, lo he visto jurar con desatada furia, amenazándose con cortarse los testículos, porque ha jugado Df6 en lugar de Db6.
Es evidente que Donner sí podía describirlo. ¿Se puede decir mejor?
Artículos y más artículos, reflexiones y brillantes fragmentos arrancados al ajedrez y a la vida: Donner tenía el pulso de un verdadero escritor. Un maestro de ajedrez convertido en escritor y cronista de sus hazañas y las de otros, de sus fracasos, de sus fobias y de sus emociones. Escribe sobre Nimzovich, Botvinnik o Fischer, sobre aperturas, sobre él mismo o jugadores holandeses destacados en su tiempo, sobre mitología y literatura, sobre todos los grandes y también, reiteradamente, sobre sus temas preferidos: el ajedrez y el azar, las mujeres en el ajedrez y, por supuesto… ¡Prins!
(continuará)
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